Mentes privilegiadas.
Una hermana religiosa, participó en este diálogo baturro cuando iba a la Escuela Primaria.
Con cerca de 80 años se lo oí recitar
El.- Ya es hora de que amanezcas
Ella.- Noy podido golver antes.
El.- Ridiez con estas mujeres, que mielsa tienen más grande. En cuanti se van de casa a ver lo escarapates u se meten en la Ilesia a ver quién entra y quién sale, se eslaminan de tal modo, que no se acuerdan de naide.
Ella.- Calla, lengua larga.-
El.- No ma la gana callame. Y ahora mesmo vas a hicime donde vienes.
Ella.- De la calle. De hablar con los Inspectores de Sanidad. Ya lo sabes.
El.- ¿Con los inspectores?
Ella.- Justo y cabal.
El.- Y pues hicime, ¿que negocios ties pendiente con ese par de morrales?
Ella.- Muy sencillo. Tropezamos en la esquina hace un instante, y me pararon pa hicime de Orden del Siñor Alcalde, que hay viruela en nuestro barrio, y que a las tres de la tarde, cuarto de hora más o menos, vendrán con el ministrante, el botiquín, las lancetas y demás pa vacunate.
El.- ¿Pa vacuname?
Ella .- Lo que oyes.
El.- ¿A mí?
Ella.- Al hijo de tu padre. A tu presona y al gato si se les pone delante. Ya estás enterau. ¿Lo entiendes?
El.- No se, si riime u si date un tozolón, por venime con musicas de esa clase.
Ella.- Pues ticharán si no acedes, una multa de diez riales.
El.- Y los pagará el Obispo. Como vengan a multame, saldrán de aquí de cocota y con las garras por laire. Otra que ridiez ¿quién son ellos pa venir a molestame? sin más, ni más, con vacunas, ni con gaitas semejantes.
Ella.- Por Dios Mamerto...
El.- Que ti dicho que te calles.
Ella.- Pues no me callo, aunque grites y te enfades. Te diré que no hay motivo pa ponete como lo haces. Por una cosa tan simple que en cinco menutos se hace. Acuérdate, de tu primo Juan, que por no vacunase, enfermó de la viruela el año pasau en Caspe. Y se le ha quedau la cara con más hoyos y señales que balazos de franceses hay en la Puerta del Carmen.
El.- Pues si tie hoyos en la cara, que se los tape, con emplasto dese que usan pa sujetar los cristales. Y si a un así no se le curan, que se laguante, que por tener hoyos en la cara no meten preso a naide.
Ella.- Hombre, claro que no, pero en cambio su aspecto es tan ripugnante, que con él no hay una moza que se decida a casase.
El.- Mejor pa él si no se casa, yo pagaría mil riales, por estar en su pellejo y no tener que aguantate.
Ella.- Por juerza has perdido el juicio. Jesús cuanto disparate. Por una cosa tan simple.
El.- Más simple eres tú, ignorante.
Ella.- Por Dios Mamerto, no seas tan cabezón, se razonable. Mia que la vacuna es cosa prevada y pues contagiate y morite.
El.- Si me muero, con mandar que me amortajen y mentierren a tres leguas del sitio en que está tu madre... pues ni a este lau ni al otro del mundo deseo alcontrame. ¡SE ACABO!
LLAMAN A LA PUERTA
El.- Abre la puerta que llaman...
Ella.- Dios nos ampare. Son ellos.
El.- ¿Quién?
Ella.- Los de la Higiene.
El.- Preparame la escopeta.
Ella.- ¿Que quies hacer?
El.- Arrimales dos kilos de perdigones pa quescarmienten. Y dicho qui amí no me pincha naide. Y no me apeo del burro aunque el Papa me lo mande. Si quien vacunar, que vacunen a su agüelo, si es que tien gusto en vacunale, que lo ques amí ¡QUIA!, ¡QUIA!, PRIMERO VOY A LA CARCEL.
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