(Escrito el 4 de octubre de 2015)
Hace unos pocos días, la
Alcaldesa de Madrid, apareció en los Medios de Comunicación, por sus
reflexiones, sobre si los estudiantes universitarios, podrían llegar a
participar en los trabajos de limpieza de la Capital. Ella cuando era joven
también se acercó al mundo del trabajo con resultados positivos. Como puede
imaginarse uno, los comentarios han sido para todos los gustos. Celedonio
también quiere reflexionar sobre el tema.
Desde luego, el acercarse uno al
mundo del trabajo, siempre creo que es positivo, ya que de esta forma, se
conoce de modo real, lo que hacen otras personas con las que posiblemente
llegues a convivir. En los pueblos, y cuanto más pequeño es más frecuente, las
mujeres siempre barrieron la calle. Antes de la mecanización, el momento de
iniciarse esta actividad, era cuando terminaban de salir las caballerías de
casa, pues para el que no lo sepa, en muchos pueblos caballerías y personas
tenían la misma puerta de entrada. De la calle se accedía al patio y de allí
unas iban a la cuadra y otras escaleras arriba a la vivienda.
En el mundo rural, había muchos
trabajos que se hacían a vecinal, es decir que participaban todos los vecinos.
Con esto le quiero decir a Dª Carmena, que muchos estuvimos
siempre conviviendo con el trabajo al que hace mención. Mas, en aquellas épocas
la eliminación de las basuras no era ningún problema, pues no había basuras. Lo
de barrer se incorporaba al corral, que se convertía en estiércol, los huesos y
algunas sobras se lo comían los perros y el resto iba a parar al caldero de los
cerdos, ya que todas las noches se cocía, para dárselo al día siguiente. ¡Qué
diferente es ahora!
Las fotos que le remitieron
desde la Universidad, debieron de impresionarle y es entonces cuando le
impactó. Los universitarios no son más creadores de basura que otros
colectivos, ni tampoco hacen nada por recogerla. Basta ver la basura que hay al
pie o próximo a los contenedores de la calle, cuando estos no están llenos.
En 2007, tuve ocasión de visitar
Oslo
y entre otras cosas vimos el Parque Frogner. Llama la atención,
su extensión, sus esculturas, su
cubierta vegetal verde y su limpieza. Los días que salen buenos la gente
acude allí y hacen sus barbacoas. Ni el más mínimo rastro de basura hay al
terminar el día. ¿Le sancionan al que ensucia? NO. Simplemente son educados y consecuentes. También nos explicaba
el guía, que los chicos en la Escuelas hay uno o varios días al año que con
bolsa de plástico en mano, recogen toda la suciedad que hay por el suelo en el
entorno de su Escuela. Eso es educar.
Cuando Celedonio iba a la
Escuela, recuerda que había unas Normas de Urbanidad escritas y que se
estudiaban. ¿Han contemplado estas normas las distintas reformas educativas que
ha habido? ¿De todos estos comportamientos se estudia algo en las Escuelas
donde el alumno absorbe todo lo que le explican? En la actualidad, parece que
la importancia o magnitud de una fiesta se mide con la basura que dejamos al
final de la misma.
Señora Carmena, me gusta
que se haya hecho estas reflexiones, pero le agradecería que una copia de sus
inquietudes sean cursadas a los distintos Departamentos de Educación, para ver
si dentro de 30 años, vamos imitando a algo que vi y se me grabó en ese viaje
cuando visité Oslo.
Próximo tema: Turrones que amargarán
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