(Escrito el 10 de junio 2016)
El pasado mes de mayo, Celedonio,
hizo andando en tres días, los últimos 85 kms del Camino de Santiago. El primer
día hizo 32, el segundo 33 y el tercero 20. Nunca había recorrido ningún tramo
de dicho Camino, si bien había oído comentarios del mismo por personas que lo
habían hecho, unas en etapas o tramos sueltos y otras cruzando toda la
península el Camino completo, de una sola tirada.
No ha leído, ni escuchado nunca
el porcentaje de personas que hacen dicho Camino como peregrinos y creyentes o
los que sólo les mueve la ilusión de hacerlo, sin encontrar un motivo
justificado, pues supongo que entre los que ves andando habrá gente que
pertenecerán a uno u otro grupo.
La primera sorpresa con la que se
encontró, fue la meticulosa señalización del Camino. Si todo está así de
señalizado, no me extraña haber oído que lo puede hacer uno en solitario. En
todos los cruces que puedas tener duda, está el mojón
con la concha y la flecha que te indica por dónde debes de seguir. Así mismo te
indica los kms que te faltan hasta Santiago. También podrías hacerlo siguiendo
al que va delante, ya que al menos en los días que él estuvo, era una procesión
continua de gente. Aunque vayas el primero, a poco rato que pares, ya te
adelantan otros.
Pudo observar que el saludo del
peregrino o senderista es uniforme. Antes de entablar cualquier conversación,
el “buen
camino” es el saludo de la persona que te alcanza y te adelanta. Ese
saludo debe ser universal, ya que de cualquier país que sea la persona es lo
que te dice.
¿Qué porcentaje habrá de
extranjeros y españoles? Casi me atrevería a señalar que ganarían los
extranjeros. Muchos, muchos de los que se encontró eran extranjeros.
No hay problema de
avituallamiento. Muchos sitios están preparados para dar servicio al caminante.
Las terrazas y mesas al aire libre, te permiten descansar, sentarte y tomar un
refrigerio.
Tras la etapa que has elegido,
el caminante busca descansar y conocer los sitios típicos de la localidad donde
has decidido pasar la noche. Antes de partir al comentar que una noche la hacía
en Melide, uno que ya había estado le habló que allí era obligado tomar el
pulpo. ¡Madre mía que rico estaba!
Comprendí la sensación que le
tiene que dar a uno cuando tras 30 días caminando llega al Monte do Gouzo. Ver
las torres de la Catedral, el destino que te habías fijado es para emocionarse.
Lástima que la fachada de la
Catedral siga con tantos andamios. Siempre la conocí así. Espero que un día se
terminará y se podrá apreciar su majestuosidad.
Ha merecido la pena, caminar
esos tres días, a pesar de que al pasar a darle el abrazo al Santo, no le
permitieron hacerlo con la mochila. Tras llevarla a la espalda tres días, hasta
le coges cariño, aunque el llevarla suponga esfuerzo.
¿Repetirá ese u otro trozo de
camino? Nunca se sabe, pero el hacer este tramo le ha dejado un buen sabor de
boca.
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