domingo, 11 de octubre de 2009

La crisis y los impuestos (primera parte)

Durante el franquismo, había un slogan que decía: “España es Una, Grande y Libre”. Parte del pueblo llano con cierta ironía, le daba la siguiente interpretación:

España es Una, porque si hubiese otra, seguro que nos hubiésemos ido de ésta.
España es Grande, porque cabíamos todos los españoles y los americanos que habían venido.
España es Libre, porque podías elegir entre 1 – X – 2.

Con la llegada de la democracia este slogan se perdió, pero con los últimos Gobiernos de distintos signos políticos, no sólo lo hemos recuperado, sino que se ha aumentado

España volvió a ser Una (mejor dicho Única). Era la que más crecía en PIB, hacía más viviendas que entre media Europa junta, íbamos a tener más campos de golf que ningún otro país, etc.

España era Grande, ya que además de los españoles, que habíamos crecido en número, dábamos cobijo a gran parte de sudamericanos, de africanos y de ciudadanos de los Países del Este de Europa.

España era Libre, porque todo el mundo podía hacer lo que le diera la gana sin que le molestasen. A los que robaban ni se les exigía devolver lo que cogieron, a los que condenaban a un montón de años de cárcel eran liberados al poco tiempo, se había perdido el respeto al profesor, a los padres, etc.

Por todo ello, teníamos que estar orgullosos y agradecidos a nuestros dirigentes por ponernos en esa situación. Además, a todos nos habían hecho millonarios. Si tu vecino vendía el piso por un montón de millones, era de suponer que el tuyo también los valía. Yo siempre pensé que los bancos dejaban el dinero al que lo tenía, pues desde muy joven escuché que uno se vanagloriaba de ser rico porque le debía un millón al banco, y sin devolverlo todavía le dejaban otro, pero por suerte la cosa ya no era así.

España era Única. El banco te ofrecía más de los que necesitabas y con ese planteamiento, cualquiera tenía un buen coche, se había apuntado a un chalet, se iba al Caribe con un crédito que le habían dado y si era preciso pedía otro crédito para pasar y aparentar en las fiestas del pueblo o de su ciudad. El albañil se hizo constructor, el oficial de fontanería empresario, etc. La cosa iba viento en popa.

Los que seguíamos en nuestro puesto de trabajo, sin más pretensiones que sacar la familia adelante y si podíamos ahorrar un duro guardarlo para irnos unos días en verano a la playa o la montaña, sólo pensábamos que eso no podía seguir así. Muchas cosas eran antinaturales. Algún día tenía que estallar. En lenguaje técnico se llamaba burbuja y podría pincharse, aunque daba la sensación de que los que ocupaban buenos puestos en el poder estaban convencidos de que no iba a pasar nada.

No se comprende que uno que haya hecho números y sea un poco sensato, se le complique la vida porque le suba un punto la hipoteca, como no se comprende cómo se hacían esas urbanizaciones fantasmas pegadas a un campo de golf, que surgieron en muchas partes, ni se comprende qué destino iban a tener aquellas que estaban programadas. Los puestos de trabajo se incrementaron, pero al que estaba ya en el tajo no le aumentó el sueldo y la mayor parte de los jóvenes eran mileuristas.

En otras ocasiones, se hicieron, o mejor dicho se empezaron, construcciones que serían sólo para personas de élite, y los derechos del de a pie fueron simplemente pisoteados. Todo estaba estudiado, todo estaba programado, no había que preocuparse por nada, etc, pero lo que tenía que pasar, llegó.

La burbuja explotó, los bancos ya no prestan dinero, lo construido no se vende, muchas empresas cierran, los autónomos desaparecen y el paro llegó y posiblemente alcanzará unas cifras que nadie podemos imaginar.

Octubre de 2009

Próximo tema: “Los muchachos de U.C.D".

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