lunes, 4 de enero de 2010

Y a ese, ¡ de qué le viene !


A finales de los años 70, por razones de trabajo, recuerdo que estuve en un pueblo con una familia, de las que podría decirse de “casa bien”. Como quiera que después, tenía que visitar a un agricultor que vivía al otro extremo del pueblo, les pregunté cual era su casa, pues había tres juntas, más o menos iguales y recién hechas y no recordaba cual era. La mujer contestó: la del centro. “De qué le vendrá a ese, tener una casa como esa”.

No pude por menos. Tranquilo, pero sin perder la compostura le dije: desde que yo les conozco, son una familia que han trabajado muchísimo tanto el matrimonio como sus hijos. Ponen muchos tomates de plaza, cebollas, pimientos etc. cultivos que necesitan mucha mano de obra y por lo tanto invierten muchos jornales. Lógico es que los cobren.

Los de la “casa bien”, no era así; tenían hijo e hija, solteros y rondarían ya los 40 años. Pensé para mis adentros, que quizá los padres y también los hijos, conociendo la solera de la casa, esperaban que la hija se casaría al menos con el médico y el hijo con la farmacéutica, pero mira por dónde estos o llegaron al pueblo casados o se casaron con otros.

El hijo, que tenía buena hacienda, no iba a dedicarse a poner cultivos que exigiesen mucha mano de obra, pues la suya no estaba dispuesto a utilizarla y el asalariado cobraba ya mucho más que en épocas anteriores. Seguía con sus cultivos tradicionales y veía que otras familias consideradas hasta entonces mucho mas humildes, tenían casas al menos más cómodas. Su caserón como era grande y tampoco acometieron a su debido tiempo la reforma, veían que cada vez estaba más desfasado.

Situaciones como estas las hemos visto por doquier y aunque no lo expresen tan claro como la señora que menciono, en su interior posiblemente tengan pensamientos similares. Muchas “casas buenas” de antes, las vemos cerradas o sumamente deterioradas, mientras otras personas antes humildes se abrieron camino en la vida y con su trabajo principalmente consiguieron disminuir las distancias existentes entre las clases sociales.

Esta evolución la hemos visto a lo largo de los 40 ó 50 últimos años, pero recientemente estamos viendo grandes cambios, que también nos incitan a exclamar o al menos pensar lo de la señora de “casa bien”. Me refiero al progreso que han experimentado muchas personas al ingresar en el gremio, familia, género, especie o nueva clase social de la política.

Del origen, medios con qué contaban, formación, etc de muchos de ellos, no hace falta comentario alguno. Conocemos a muchos. Al puesto que han llegado, lo hemos visto. Pocos nos lo imaginábamos hace unos años.

¿Cómo lo consiguieron? Una vez, uno que había estado en política y que la dejó y creo que fue totalmente honrado, le oí decir: para tener, no hace falta coger, sino aceptar lo que te ofrecen.

En muchos casos, con lo ofrecido y aceptado los han puesto en casa. En otras ocasiones, ha sido la forma de hacer política la que los ha llevado a situarlos. Si tú creas montones de puestos de trabajo que luego van a cubrirse a dedo, ¿quiénes serán los beneficiados? Los amigos de los que mandan.

Hubo una época que había ciertos valores, como eran: la honradez, el trabajo, la transparencia, etc. Recomendar eso es anticuado. Hoy, si quieres triunfar en la vida, mira de entrar en política, pues con un poco de suerte, quizá al cabo de poco tiempo, cuando te vean como vives, te tengas que escuchar:

Y a tí, ¡ de qué te viene !

Próximo Tema: “Resumen temas publicados en 2009”

No hay comentarios:

Publicar un comentario