domingo, 5 de septiembre de 2010

El Pleno autoconsumo (y 3)

(Escrito el 22 mayo 1991)

No existían herbicidas,
pero cardos sí que había
que se quitaban a mano
cuando del suelo salían.

Si echaba alguno abono
ese era pionero,
lo más normal era hacer
abundantes hornigueros.

Se iba al campo con alforja,
dentro de ésta la fiambrera,
con el pan y con la bota
aunque revuelto estuviera;
te lo comías en frío
otras veces calentabas,
la cebolla, las olivas,
por general no faltaban.

Aunque platos los había,
estos poco se empleaban,
se comía mucho en fuente,
se bebía más en jarra,
en el rallo, el porrón,
aunque ahora para muchos
le resulten cosas raras.

Venían también sogueros
que tejían grandes cuerdas,
las mujeres apiazaban
pantalones, lo que sea.

Como útiles y aperos
estaría el retabillo,
el rusal, la mariposa,
la hoz, zoqueta y el trillo.

A veces se hacía queso,
la cuajada y requesón,
el local de la despensa
casi siempre, un arcón.

Se jugaba a los pitos
y a darte volteretas,
los mayores en meriendas
chocolate y farinetas.

También jugabas con latas
con las chancas y cacharros,
los mozos hacen apuestas
cuando volcaban los carros.

Los días grandes de fiesta
se mataba algún pollo,
con cuchillas del rusal
te sacabas un bodollo.

Los ataúdes de tablas,
y tela alrededor,
en vez de bota caliente
en invierno y con frío,
la brasa al calentador,
en la cabeza la boina
eso era lo mejor.

Así podría seguir
desmenuzando la vida,
que se hacía aquellos años
allí por dónde vivía;
¿era triste? no lo sé‚
¿era alegre? ¿que diría?
lo que sí puedo jurar,
que en aquel pueblo pequeño
esta forma de vivir,
es la que se conocía.

Próximo tema: “Los Líderes y los Partidos”

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