viernes, 20 de julio de 2012

Así, no se hace la historia

(Escrito el 1 de julio 2010)

Algunas veces, hablando en tono coloquial, nos expresamos diciendo: “no me cuentes historias” o “ no me vengas con historias”, asociando estas expresiones a cosas sin importancia, cuentos, bulos, etc. Sin embargo cuando hablamos de temas de Historia, nos referimos siempre a hechos mucho mas serios y sensatos, aunque a veces pongamos en duda la veracidad de algunos de ellos, ya que hay que reconocer que los historiadores también se habrán encontrado con huecos que tienen que rellenar o suplir con sus opiniones y que a veces pueden llegar a ser tendenciosas.

Teniendo presente algunas de estas cosas, de las clases de Historia sabemos algo de los fenicios, los cartagineses, los Reinos de Taifas, Cristóbal Colón, las Cortes de Cádiz, de Napoleón, Alfonso XIII, Primo de Rivera, la República, el Franquismo, la Transición, etc. Enlazando cronológicamente unas cosas con otras, tendríamos mas o menos como ha sido nuestra historia.

Para dar mas veracidad a todo esto, la parte literal viene acompañada con restos y vestigios que se han venido encontrando a lo largo de excavaciones dirigidas, otras encontradas al azar, etc, pero siempre el hallazgo ha sido una constatación de los hechos y en ocasiones las podemos apreciar en museos, obras que se han conservado etc.

A todos nos ha gustado conocer toda esta evolución y lo que nos han dicho nos gustaría fuese lo mas veraz posible. Las generaciones venideras estudiarán nuestro momento en su día, por lo que para que conozcan la verdadera realidad habrá que dejar constatado lo que hemos estado haciendo.

En los últimos 70 años hemos vivido una etapa dictatorial, una transición y una época democrática y todo lo sucedido, nos guste o no, forma y formará parte de nuestra historia. No es posible enjuiciar los hechos bajo el mismo punto de vista, pues distintas fueron las situaciones, pero si eso fue lo real, para la verdadera historia las dos versiones son las que contarán y las que hay que dar a conocer y dejar constancia.

Parece ser que una parte de la Historia se quiere borrar, intentando además de no hablar de ella, no dejar vestigio alguno. Eso no es hacer historia. En Madrid, capital de España, hay nombres de Plazas, calles, estatuas, etc. que según nos cuenta la historia fueron personas que poco positivo aportaron a la convivencia, justicia social, etc y sin embargo se mantienen.

Las personas debemos aceptar los cambios por convencimiento y por los hechos, no porque nos lo digan. Si hay motivos suficientes para una evaluación positiva no hay por qué avergonzarnos de que en otras circunstancias se vivieron otros hechos. Es como querer ocultar nuestra procedencia.

Si a nuestros hijos no les hablamos de una forma imparcial, nunca podrán tener una visión real de las cosas. Si no dejamos vestigios, ni restos de una parte de nuestra historia, los historiadores del futuro tendrán que llenar los huecos con sus opiniones y dentro de muchos años, lo que se cuente no será la verdadera historia.

Sin dejarnos llevar por la pasión, pienso que debemos hacer una buena historia. Las cosas que se hicieron mal y que hay testimonio de ello, son el mejor ejemplo para sacar conclusiones aleccionadoras de ellas y deberían permanecer.

Seamos sensatos con la Historia. No la vulgaricemos hasta confundirla con: “no me vengas con historias”.

Próximo tema: Tirar de la manta

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