(Escrito en 2010)
En los años 40
y 50, al menos en el medio rural era muy
frecuente escuchar: “cuando seas padre, comerás huevos” , o bien, “los críos hablan cuando mean las gallinas”. Estas
contestaciones, nunca las he llegado a interpretar como falta de cariño entre
padres e hijos, o entre mayores y pequeños, sino que era fruto de las
circunstancias y de lo que los padres habían vivido. Es más, para ellos eso
entraba dentro del proceso de educación, aunque hoy no lo veamos así.
Cuando se iba
a una casa, los buenos días, buenas tardes o buenas noches, era el primer
saludo que debías pronunciar y si estaban comiendo, buen provecho; luego sería contar el objeto de la visita. De
no ser así, te podrías escuchar “ así llegan los burros en la dula”, si
no te remitían al patio o a la escalera y te hacían entrar de nuevo. Tras el
asunto que te traía : hasta luego o
hasta mañana, obligado al despedirte.
Al
ser muy frecuente que en muchas casas, los miembros de una familia eran bastantes,
era habitual encontrarte a la hora de comer o cenar con dos mesas: la de los
mayores y la de los pequeños, cosa que encontrabas tan normal.
No digamos del
respeto que se le tenía en los pueblos al maestro. En las procesiones era
obligado que fuese con el grupo de los chicos que formaban dos filas, detrás de la cruz o el
estandarte, pero cuando te lo encontrabas por la calle, “que Vd. lo pase
bien” era el saludo obligado del
pequeño.
Todas estas
cosas, pienso que no eran otra cosa que la exteriorización de aquellas reglas
que llamaban de urbanidad y que cada enciclopedia tenía un capítulo.
Ignoro si
todas estas cosas eran fruto del franquismo, pues en aquellos años era lo que
había, lo que sí está claro que nada tiene que ver con lo que estamos viendo
ahora en época de democracia. La evolución ha debido ser paulatina y muchos no
nos hemos enterado, pero sí que está claro que el cambio ha llegado.
Al poner la
mesa para comer, ya puedes hacer una distribución previa de los comensales, que
no te va a servir de nada, pues si al más pequeño le apetece un puesto
determinado, ya se pueden levantar todos, pues tiene que cumplir su objetivo.
No digamos si hay televisión; el programa que se verá será el que quiera el
pequeño y con la voz a tope.
De las comidas
es preferible no hablar. Antes nunca te preguntaban lo que querías, sino esto
es lo que hay. Ahora, tras hacer todas las probatinas, se quedará sin comer, ya
que lo que le apetece es lo que no hay. De comer de todo, se ha pasado a ¿qué
quiere el chico?
En muchas
familias, porque el niño o niña así lo pidió, se compró un cachorro que luego
creció y se convirtió en perrazo. ¿Quién lo saca a la calle a hacer sus
necesidades, llevarlo al veterinario, etc?
Los niños no, y aunque vayan creciendo las obligaciones recaerán en los
padres o si estos no pueden les tocará a los abuelos. El capricho del niño se
convirtió en obligación de los mayores.
En los fines
de semana, salidas al campo, destino de las vacaciones, etc serán donde el
chico diga, pues sus amigos, sus aficiones o sus caprichos están por encima de
cualquier planteamiento lógico familiar.
Si en una
reunión el niño grita, descuida, que nadie le dirá que baje la voz.
En otros
tiempos se decía: Tú mandas en casa cuando la mujer no está. Ahora y aunque no
nos lo creamos, el que manda en casa es el más pequeño.
Próximo tema: ¿Es que no había otros?
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