(Escrito el 11 de noviembre 2014)
No busco reflexionar sobre la
moral, ni tratar del perdón de los pecados, tal como nos enseñaron en el
catecismo: confesarlos y hacer propósito de la enmienda. Tampoco quiero repasar
los Diez Mandamientos, ni los Pecados Capitales que en su día nos aprendimos de
carretilla. El motivo de la reflexión, es tan amplio, que no sabría decir qué pecado se está cometiendo.
Llevamos mucho tiempo hablando,
escuchando, viendo y sufriendo el resultado de las actuaciones de muchos de
nuestros políticos y la incapacidad o falta de respuesta de los que están por
encima de los mismos. A veces generalizamos el tema y no debería ser así, pero
cuando el pecado es tan grande, éste eclipsa todas las acciones buenas que puedan
hacer los afectados, los compañeros o los que están por encima de ellos. Esta
magnitud del pecado es lo que nos hace generalizar y no ver las cosas que
pueden ser positivas. Vulgarmente diríamos que cuando uno está cabreado, no se
viene a razonamientos.
Como a veces soy
propicio en mis escritos a traer citas, hoy indico la siguiente: “Cuanto
más grande es el caos, más próxima está la solución ( Mao Tse-tung)”. Leyendo
esto fríamente, quizá podamos
tranquilizarnos, pues ¡ya falta poco! El caos es ya
inaguantable.
Cuando se habla de
pecado, sin pensar, lo enlazas con el arrepentimiento, pero no es así, sino que
el arrepentimiento viene sustituido por la contradicción y la mentira. Si lo
que defiendes hoy, lo contradices mañana, ¿qué credibilidad te pueden dar?
Siempre oímos que
el confesor asesoraba, aconsejaba y estimulaba el arrepentimiento, pero hoy día
si los afiliados al Partido son los que pecan, ¿qué consejos y penitencia les
pone el Jefe de Filas correspondiente? Los más ignorantes, entre los que me
encuentro yo, pensamos que no están reaccionando bien y por eso el caos es cada
vez mayor. Los Jefes de Filas, ¿pensarán que no tienen nada que confesarse?
Baltasar Gracián decía: Los
ignorantes son los muchos, los necios son los infinitos; y así el que los
tuviere a ellos de su parte, ése será señor de un mundo entero. ¿Pensarán
nuestros dirigentes que somos los
ignorantes de esta cita? Quizá seamos
algo ignorantes, pero necios: ninguno.
No
es fácil gobernar, pero recurro a otra de las citas que tengo recogidas: ¡Cuántos en las Cortes tienen oficios
preeminentes, a los cuales en una aldea no les hicieran alcaldes! (Fray Antonio
de Guevara).
No
sé cómo terminará todo esto, si nuestros dirigentes se consideran héroes o
seres privilegiados. Para ellos va la última de las citas de hoy:
El
que ha sufrido algún mal puede olvidarlo; jamás el que lo ha causado (H.Maret).
Que
así sea y Amén.
Próximo tema:
O
Esperanza o el Caos
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