(Escrito el 2 de abril 2018)
Desde siempre estamos
acostumbrados al tema de los secretos. Quizá uno de los primeros que escuchamos
fue el “secreto de confesión”. Nos inculcaban que lo que decías al
confesor nunca se podría llegar a saber, ya que él guardaba el secreto. Si todo
lo considerado entonces como pecado se confesaba, ¡cuántos secretos habrán
conocido los confesores!
Entre los críos, también
teníamos “nuestros secretos” y en más de una ocasión lo expresabas
besándote la cruz que hacías con el pulgar y el índice y al añadir “te lo juro”
dabas a entender que guardabas el secreto de lo que sabías y que tú no habías
dicho nada.
Más tarde, comprendimos que
había “secretos profesionales” y que no podíamos tener acceso a ellos,
como los secretos de los médicos. No podían decir lo que sabían de sus
pacientes y se comprendía.
A medida que nos fuimos haciendo
mayores, comprendimos otros secretos tales como: el secreto de guardar lo
tratado en los Consejos de Ministros y por ello al jurar el cargo de Ministro
lo dicen, los “secretos del sumario” de los jueces mientras no se celebra el
juicio, etc.
Otras veces hemos escuchado que
hay miles de secretos como el de la composición de la coca-cola o de un plato
cualquiera de cocina, el secreto bancario, etc Todos tienen su secreto y nos
conformamos con no saberlo.
Sin pensar, creíamos que muchos
de estos secretos, eran propios del régimen que teníamos. Nada podías
preguntar, porque había muchas cosas que tú no podías saber y la respuesta de
algunas de ellas es que eran “secreto de Estado” y ante eso nadie
puede intentar saberlo.
Pero un buen día llegó la
Democracia y con ella llegamos a pensar en los secretos que se podrían llegar a
levantar. Hemos visto como poco a poco los secretos de confesión han
disminuido, pues la gente se confiesa menos y cuando los años ya te van
pesando, piensas: ¿Habrá tenido alguna relación el poder que ha tenido la
Iglesia con los secretos que tenía guardados?
Algunos de los secretos
anteriormente mencionados, siguen existiendo y muchos temas tendrán que seguir
siendo secreto, pero hay otros que no puedo llegar a comprender por qué no se
pueden llegar a saber. Si los Partidos Políticos, Sindicatos, Clubs, etc tienen
sus socios o afiliados que vienen pagando sus cuotas regularmente ¿por
qué no se puede saber cómo se financian? Si tienen unos ingresos ¿por
qué no se pueden saber los gastos? Lo
más democrático que hay según se dice es el derecho a decidir. ¿Acaso
no es democrático también el derecho a saber?
En los últimos tiempos estamos
llegando al máximo del secretismo. Los acusados declaran que no saben nada de
lo que se les pregunta. Ciertos gastos nadie aclara cómo se han pagado.
Montones de viajes, estancias fuera del
país, nóminas que supongo que seguirán cobrando, nadie sabe el dinero dónde procede, etc. etc.
Una vez escuché a una señora
decir: entre Franco, la Iglesia y mi madre me amargaron la juventud. Celedonio diría: con tanta Democracia,
tantos Partidos, tanta libertad, etc hemos llegado a no enterarnos de nada. Y
no preguntes, pues nadie te va a responder. Si eres afilado paga la cuota y
calla y si no pagas cuota, no tienes ni por qué preguntar nada.
El ordeno y mando, no pienses
que un día se iba a terminar.
Próximo tema: Y ahora ¿qué hacemos con estos?
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