(Un ama de casa, en edad escolar, se aprendió esto.
Se lo oí recitar cuando tenía 70 años)
PETRA la revisalsera
era una excelente chica,
coloradota, gordica,
graciosa y dicharachera.
Siempre con grandes deseos
de cantar se la encontraba,
y siempre dispuesta estaba
a bromas y bailoteos;
incansable y laboriosa,
al decir de todo el mundo
y en su casa ni un segundo
se estaba quieta y ociosa.
Y era tal la admiración
que su genio producía
que todo el que la veía
gritaba: ¡VIVA ARAGON!
Y habían crecido tanto
por ella sus ilusiones,
que hasta en varias ocasiones
PETRICA había tenido
la no despreciable estrella,
de que más de un pretendiente
jurábale amor ferviente
en lo que hiciese por ella.
A los padres de la moza
les pareció mal casarla,
porque pensaban llevarla
un invierno a Zaragoza,
donde era de suponer
que encontraría al instante
algún señor elegante
que le hiciese su mujer.
Y así las cosas lector,
un día según es fama,
se levantó de la cama
PETRICA de mal humor;
y no sé por qué motivo
pues ella no lo decía
fue muriendo la alegría
en su semblante expresivo.
Disminuyó su belleza,
amenguaron sus colores,
y sus ojos soñadores
nubláronse de tristeza.
En su cuarto se pasaba
cavilosa todo el día,
en vez de cantar gemía
y en vez de reír lloraba.
El doctor, hombre sencillo,
pero muy inteligente,
para curar a la gente
y organizar un tresillo,
con los padres de PETRICA
celebró una conferencia
acerca de la dolencia
que atormentaba a la chica.
Con toda sinceridad
les dijo, que él no sabía,
a qué causa obedecía
tan extraña enfermedad,
y que la opinión de él era,
que si querían curarla,
lo mejor era animarla
dándole lo que quisiera.
Y el padre, a quien el temor
no le dejaba vivir,
quiso al instante seguir
el consejo del doctor
y aparentando una calma
que la infeliz no sentía,
le dijo el padre: ¡hija mía!
tu dolor me llega al alma,
y como el verte afligida
sin piedad me desespera
y el que tú te me murieras
pudiera costarme la vida,
pa que vuelvas Dios mediante
a estar buena y animosa
di si quieres alguna cosa
pa comprártela al instante.
No tengas ningún reparo
y pídeme lo que quieras,
que de buenas a primeras
iré corriendo a buscarlo
Una cosa me apetece..
si me la traes....
me parece....
que me curaré del todo.
Di cual y a buscarla iré,
bueno, pues aunque se asombre,
¡me apetece un traje de hombre!
conque ya lo sabe usted.
¿Un traje de hombre?
Si, tal!
¡vaya capricho inocente!
¿y con eso solamente
se te va a curar el mal?
Yo me pondría mejor
y en que me atienda confío;
¿quieres que te dé uno mío?
siendo de usted no señor,
porque si me he de curar,
con el traje que me dé
es necesario que esté
en buen uso, o sin usar.
Pues pa que salgas de apuros
y te haga mejor provecho,
te trairé uno recién hecho
aunque me cueste cien duros.
Por complacer a la moza
y ansioso de verla bien,
se metió el hombre en el tren
y se marchó a Zaragoza.
A la siguiente mañana
feliz regresó del viaje,
después de comprar un traje
riquísimo de pana,
traje que más de un buen mozo
si lo hubiese poseído
lo hubiese ascape lucido
con orgullo y alborozo.
Y vea usted que rareza,
PETRICA en cuanto lo vio,
nuevamente se quedó
abismada en su tristeza.
Al verla triste y callada,
cosa que le sorprendía,
le dijo el padre: ¡Hija mía!
¿es que el traje no te agrada?
habiéndote complacido,
tu tristeza no se explica.
Y le respondió PETRICA:
padre, usted no me ha entendido,
si a pesar de ello me encuentro
trastornada, no se asombre,
yo quería un traje de hombre
pero, ¡CON UN HOMBRE DENTRO !
Próximo tema: La III República
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