sábado, 13 de marzo de 2021

Mente Privilegiada Petrica la Revisalsera

 (Un ama de casa, en edad escolar, se aprendió esto.

Se lo oí recitar cuando tenía 70 años)

PETRA la revisalsera 

 era una excelente chica,              

coloradota, gordica,                   

graciosa y dicharachera.               

 

Siempre con grandes deseos

de cantar se la encontraba,             

y siempre dispuesta estaba            

a bromas y bailoteos;                

incansable y laboriosa,                

al decir de todo el mundo             

y en su casa ni un segundo           

se estaba quieta y ociosa.

             

Y era tal la admiración               

que su genio  producía            

que todo el que la veía            

gritaba: ¡VIVA ARAGON!              

                                       

Y habían crecido tanto           

por ella sus ilusiones,                 

que hasta en varias ocasiones        

PETRICA había tenido                  

la no despreciable estrella,

de que más de un pretendiente    

jurábale amor ferviente           

en lo que hiciese por ella.         

                                       

A los padres de la moza              

les pareció mal casarla,              

porque pensaban llevarla            

un invierno a Zaragoza,                 

donde era de suponer                     

que encontraría al instante        

algún señor elegante               

que le hiciese su mujer.           

                                    

Y así las cosas lector,           

un día según es fama,             

se levantó de la cama                  

PETRICA de mal humor;                

y no sé por qué motivo            

pues ella no lo decía              

fue muriendo la alegría             

en su semblante expresivo.

                                      

Disminuyó su belleza,              

amenguaron sus colores,           

y sus ojos soñadores               

nubláronse de tristeza.

 

En su cuarto se pasaba

cavilosa todo el día,

en vez de cantar gemía

y en vez de reír lloraba.

 

El doctor, hombre sencillo,

pero muy inteligente,

para  curar a la gente

y organizar un tresillo,

con los padres de PETRICA

celebró una conferencia

acerca de la dolencia

que atormentaba a la chica.

 

Con toda sinceridad

les dijo, que él no sabía,

a qué causa obedecía

tan extraña enfermedad,

y que la opinión de él era,

que si querían curarla,

lo mejor era animarla

dándole lo que quisiera.

 

Y el padre, a quien el temor

no le dejaba vivir,

quiso al instante seguir

el consejo del doctor

y aparentando una calma

que la infeliz no sentía,

le dijo el padre: ¡hija mía!

tu dolor me llega al alma,

y como el verte afligida 

sin piedad me desespera

y el que tú te me murieras

pudiera costarme la vida,

pa que vuelvas Dios mediante               

a estar buena y animosa

di si quieres alguna cosa

pa comprártela al instante.

 

No tengas ningún reparo

y pídeme lo que quieras,

que de buenas a primeras

iré corriendo a buscarlo

 

Una cosa me apetece..

si me la traes....

me parece....

que me curaré del todo.

Di cual y a buscarla iré,              

bueno, pues aunque se asombre,        

¡me apetece un traje de hombre!     

conque ya lo sabe usted.

              

¿Un traje de hombre?                 

­Si, tal!                             

¡vaya capricho inocente!            

¿y con eso solamente                 

se te va a curar el mal?

        

Yo me pondría mejor              

y en que me atienda confío;           

¿quieres que te dé uno mío?          

siendo de usted no señor,           

porque si me he de curar,            

con el traje que me dé            

es necesario que esté               

en buen uso, o sin usar.             

                                   

Pues pa que salgas de apuros       

y te haga mejor provecho,        

te trairé uno recién hecho             

aunque me cueste cien duros.

 

Por complacer a la moza

y ansioso de verla bien,

se metió el hombre en el tren

y se marchó a Zaragoza.

 

A la siguiente mañana                             

feliz regresó del viaje,

después de comprar un traje                  

riquísimo de pana,

traje que más de un buen mozo

si lo hubiese poseído

lo hubiese ascape lucido

con orgullo y alborozo.

 

Y vea usted que rareza,

PETRICA en cuanto lo vio,

nuevamente se quedó

abismada en su tristeza.

 

Al verla triste y callada,

cosa que le sorprendía,

le dijo el padre: ¡Hija mía!

¿es que el traje no te agrada?

habiéndote complacido,

tu tristeza no se explica.

 

Y le respondió PETRICA:

padre, usted no me ha entendido,

si a pesar de ello me encuentro

trastornada, no se asombre,

yo quería un traje de hombre

pero, ¡CON UN HOMBRE DENTRO !

 

Próximo tema: La III República

 

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