(Escrito el 20 de enero 2017)
Cuando yo te conocí
me acostaba en la tierra,
era en pleno verano
¡aquellos días de siega!
Tras comer y con calor
una sombra tú buscabas
y aunque fuese poco rato
una cabezada dabas.
Luego vendría la trilla,
el tiempo de siesta variaba,
sobre todo de la parva
de lo menuda que estaba.
Pasaron ya muchos años
y la siesta no me echaba,
eran los tiempos de estudios,
y después ya trabajaba.
Ahora al jubilarme
ya no lo puedo aguantar,
pues tras comer y fregar
aunque sea cabezada
yo me la tengo que echar.
Prefiero sea el sillón
o bien que sea el sofá,
mientras escucho la Tele
una siesta caerá.
Otros que son más modernos
y puede que original,
dicen prefieren la siesta
con pijama y orinal.
Como quiera que la siesta
tiene ámbito nacional,
yo propondría unos cambios
que la puedan aumentar.
En todos los restaurantes
dónde vamos a comer
debía haber un salón
que podrían ofrecer,
un sillón muy confortable
que por un tanto a la hora,
allí podrías estar
sentado y espatarrado
y a descansar ¡ya lo ves!
Próximo
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