lunes, 20 de julio de 2009

A los miembros del Pacto de Toledo

Aunque los medios de comunicación no filtran nada sobre las nuevas modificaciones que pueda tener el llamado Pacto de Toledo, supongo que el Gobierno, la Oposición, los distintos Partidos Políticos, los Sindicatos, la Patronal, etc. estarán pensando y aportando sus ideas para tratar de mejorarlo y darle viabilidad para el futuro. Vaya para todos ellos mi más profundo respeto.

Yo, sin tener grandes cosas que decir, también querría aportar mi pequeño grano de arena.

El paso de los años, me ha hecho observar algunos comportamientos de ciertas personas con una incapacidad concedida. Sorprende ver que la mayor actividad que desarrollan es aquella por la que se les concedió la incapacidad. Cierto es que en esta cuestión, intervienen dos partes: el que la solicita y el que la concede. Pienso que resultará a veces complicado, pero hay otras que hasta el más profano se da cuenta de que hubo una gran negligencia.

Ignoro si tras una concesión de incapacidad hay algún tipo de seguimiento, control, inspección o revisión. Sino hay, debería haberlo y del resultado del mismo habría que tomar las medidas correspondientes. A veces, hasta el incapacitado presume de que su situación le está proporcionando un medio de vida mejor que cuando trabajaba o que ha sido el negocio de su vida, consiguiéndola por su habilidad, cuando a otros se la denegaron. Esta presunción deja encabronado al honrado trabajador.

Otro tema que abunda es el de las bajas. Los hay que son verdaderos expertos en la utilización de las mismas y hasta tienes que oírles: “ yo no pienso enganchar”. Estando de baja se planifican ya sus altas y próximas bajas. Cogen el alta poco antes del período de vacaciones, trabajan 15 días y disfrutan las vacaciones y al terminarlas, nuevamente un breve tiempo de trabajo y enseguida la baja. Como digo son verdaderos expertos en su manejo. También hemos conocido médicos que tienden a dar las bajas con facilidad y otros mucho más exigentes ante los mismos síntomas que aporta el paciente. Ignoro si se hace, pero también en estos casos tendría que haber un seguimiento exhaustivo de esas personas y obrar en consecuencia.

Lo más sorprendente de todo, es que estos casos los representantes sindicales los conocen y creen que su misión es apoyarlas y no es así. Esa complacencia y ese consentimiento de apoyar ciertas bajas, estimulan a otros trabajadores a exagerar sus dolencias y a la mínima también coger la baja. Otro INRI mayor es cuando escuchas que ante esto no se puede hacer nada.

Ante estas situaciones, a estos jetas de las bajas, que no son tan escasos, y sí muy frecuentes, como mínimo mis dos propuestas serían:

1ª.- Que durante el tiempo de baja, el importe a cobrar sea mucho menor. Entonces quizá se lo piensen más.

2ª.- Que llegado el momento, la pensión de jubilación sea el resultado de un binomio: tiempo cotizado y tiempo trabajado.

No puede consentirse que la actuación de estas personas, esté minando la moral de muchos trabajadores y que al final, no haya ninguna penalización para el que su vida laboral se la pasó sin dar golpe, por ser experto en el uso de la incapacidad o de la baja.

20 de julio de 2009

Próximo tema: Las izquierdas y las derechas

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