lunes, 10 de agosto de 2009

Primer viaje del IMSERSO

(Escrito el 27 de mayo de 2009)

¡Cuántos rostros muy curtidos,
cuántas caras arrugadas,
cuántos callos en las manos
se aprecia en aquella gente
que está contenta y callada!

Van serios, pero no tristes,
a las nueve la mañana,
al subir al autobús
camino de aquella tierra
que llamamos asturiana.

Para algunos, una más,
ya que muchas tierras vieron,
otros, aunque sean menos,
muy pocas veces salieron;
todos llevan su pareja
con una edad similar,
en el asiento sonríen
y todos echamos cuentas
qué hora será al llegar.

Escuchamos instrucciones
que el guía a todos nos da,
que nadie puede comer
ni mucho menos fumar,
y nos indica los sitios
en que vamos a parar,
para estirar bien las piernas
y que podamos mear.

Pronto se rompe el silencio
que apreciamos al llegar,
con el vecino de asiento
todos se ponen a hablar;
¿de qué pueblo sois vosotros?
yo vivo en la capital,
pero el pueblo que nací
algo lejos de allí está,
pero mira tú por dónde
que en ese pueblo que dicen,
yo también estuve allí.

Con este simple saludo
ya hay una satisfacción,
pues nadie se encuentra solo
en esta gran excursión;
nadie se dice de usted
aunque tenga más edad
somos todos jubilados,
pues los años que más da.

Admiramos el paisaje
y los pueblos que en él hay,
algunos se reconocen
y el que ignoras su nombre
también lo dejas pasar.

Comeremos en la ruta
y el menú, que más nos da,
con los años que tenemos
y el precio que hemos pagado
ninguno se va a quejar;
aunque seamos mayores
agua y vino allí nos dan,
y si observas alguno
se recoge bien el plato
con un buen trozo de pan.

Nuevamente al autobús
pues a Oviedo hay que llegar,
y con siesta o sin ella
admirando el paisaje
en el Hotel vas a estar;
reparto de habitaciones
todo previsto ya está,
la gente se pone guapa
para darse una vuelta
y luego poder cenar.

Vaya excursiones bonitas
que todos pudimos ver,
además de Oviedo y Luarca
Cudillero y Avilés;
no digamos de Gijón,
las cosas que ella tenía,
y por la tarde apreciamos
el museo y la mina.

Visitamos Covadonga,
y junto a ella los Lagos,
lástima que con la niebla
no pudimos celebrarlo
al menos con un buen trago;
pero todo se comprende,
se acepta que sea así,
y tras comer visitamos
el pueblo Cangas de Onís,
diría muchas más cosas
pero la hoja se acaba
y debo ponerle FIN.

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