domingo, 13 de septiembre de 2009

Algo sobre el régimen penitenciario

Al leer el título del artículo de hoy, que nadie piense que pretendo reivindicar las antiguas “condenas a galeras”, los “trabajos forzados” de los campos de concentración, o los trabajos que hicieron los “presos políticos” después de nuestra guerra civil. No es esa mi intención, sino que lo que me mueve a escribir algo de este tema, es reflexionar si es lógico el criterio que se sigue en la actualidad.

Si los delitos cometidos son distintos, pienso que los castigos, penas, o como lo queramos llamar, deberían estar de acorde con la falta cometida y no unificar todas las sentencias con el mismo tipo de condena: "la reclusión en la cárcel," que aunque sea de duración distinta, todas tienen el mismo fundamento, “privación de libertad”.

Con privación de libertad se condena al atracador de bancos, al que ha conducido borracho, al estafador profesional, a veces al político corrupto, al violador, al parricida, al que haya cogido en el monte una planta protegida, etc. Si la condena tiene que ser ejemplarizante, estar de acuerdo con el delito, ser educativa y promover la reinserción en la sociedad, es imposible que con el mismo castigo para todos se consiga el objetivo.

Aunque ante determinados delitos, las personas que los han cometido pueden ser un grave peligro para la sociedad y por eso la privación de libertad puede resultar la mejor medida, puesto que dónde mas seguros están es entre rejas, en otros muchos casos pienso que no es eso lo más adecuado.

Cuando vemos que ante un delito monetario, la condena es permanecer en la cárcel un determinado tiempo, o no entrar si se paga cierta fianza, no me parece que sea lógica esa condena. Si está en la cárcel, su estatus económico le permite estar en unas condiciones mas favorables y si existe el rancho, él no lo probará, por poder tener un menú más selecto. Con dinero tendrá todos los privilegios posibles.

Por buen comportamiento, tendrá una rebaja de la pena y pasará pronto a un grado que le permitirá salir y entrar a su conveniencia. Pero mi pregunta y pienso que la de muchos es: ¿pero qué pasa con las cantidades que se llevó, cogió, usurpó, robó, etc? Si lo que más le apetecía era el dinero, lógico sería que el castigo mayor fuese el monetario. Como mínimo se le tendría que exigir la devolución de lo que cogió sin ser suyo, o compensarlo con trabajos remunerados al igual que lo hacen otros trabajadores.

¿Por qué no se les puede poner a trabajar como lo hacen otras personas y con el sueldo que cobran ellas? Mejor que estar en la cárcel podría ser estar trabajando por ejemplo en invernaderos como lo hacen otros muchos, con sueldo similar y cuya duración fuese como mínimo hasta que amorticen lo que se llevaron. Eso sí que sería ejemplarizante.

Si jóvenes que les gusta mucho el fútbol, tienen que estar en la cárcel por conducir con exceso de velocidad, ¿no sería mejor que estuviesen en su trabajo habitual, pero los fines de semana se los pasasen fregando el suelo y los cristales de las comisarías?

Muchos hemos oído hablar de D. Emilio Calatayud Pérez, el juez de Granada. Tras escucharlo en alguna de sus intervenciones y conocer algunas de sus sentencias, pienso que es de admirar.

Si para tomar alguna de estas posiciones es necesario corregir el código penal, que se corrija. Sostener una cárcel tampoco es nada barato.

Pedir condenas de 200 años, cuando lo máximo que se puede cumplir son 30 y entre pitos y flautas no suelen superar los 15, me parece que al menos para mí es una “simple tomadura de pelo”.

Septiembre de 2009

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