jueves, 19 de agosto de 2010

El Pleno autoconsumo (1)

(Escrito el 22 de mayo 1991)

A esta sociedad actual
se le dice de consumo,
yo conocí en mi infancia
la que podría llamarse
de puro autoconsumo.

No existía Corte Inglés
ni Sabeco, ni Vegé,
tan solo estaba la Tienda
la Cantina y el Café;
estos eran los comercios
autorizaus a vender;
aun así, pocos clientes
estos solían tener,
ya que lo que uno compraba
muy poco venía a ser.

Había huevos de casa,
en vez de azúcar, la miel,
las patatas son del huerto
y las judías también;
la verdura por supuesto,
el butano no existía,
para guisar y la estufa
la fogata que se hacía;
incluso no se gastaba
ni papel para encender,
con las brasas y las tiedas
lo podías resolver.

No se seguía el control
de grasa, ni proteína,
ya que todo se suplía
con el tocino que había.

Comías lomo con lardo,
o el lardo con costilla,
las patatas con chincharros
y las migas con morcilla.

Se aprovechaban las patas
de la oveja y el tocino,
las de ternasco y cordero
eran ya bocado fino.
Se hacía abundantes bolas
sin comentarios ni bulla,
los blancos te los comías
a base de buena chulla.

Se aprovechaba la sangre
con otras cosas menudas,
se hacía buena fritada
y era bien buena, sin duda.

Chorizos y longanizas,
a envasar cuantos podías,
el año era muy largo
y la vida muy jodida;
guardarías las espaldas
y traseros o pernil
los tenías que alargar
hasta que el año hace fin.

Todo esto se alternaba
o variaba cual veleta,
con un conejo, una liebre
o algún que otro chordo
que caía en la pileta.
Tampoco se despreciaba
otro tipo más barato,
como era alguna rana
o la cola de un lagarto.

Si así era el comer,
el vestir es similar,
traje de pana y bombachos
según faena o edad;
camisa azul o de cuadros
para que fuesen sufridas,
que al sudar se ponen blancas
o con el polvo amarillas.

Próximo tema: “El pleno autoconsumo” (continuación)

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