viernes, 6 de agosto de 2010

Lo que las bestias sabían.

(Escrito el 4 octubre 1999)


Cuántas veces hemos dicho
sin pararnos a pensar,
que fulano o zutano
¡ es terco como una mula !
como dando a entender
que de los mulos no esperas
cosa positiva alguna;
y al mencionar esta especie
incluiríamos a otras
como el burro y la yegua,
que aun resultando más fina,
al fin y al cabo animales
con distinciones ninguna.

Sin embargo yo te digo
y otros también te dirían
que los mulos y las mulas,
que los caballos y yeguas,
muchas cosas bien sabían;
y así estando de pie
con palmada y decir: “pasa”
hacia un lado se movían,
si les dabas en la izquierda
a la derecha se corrían,
y si dabas en la derecha
hacia la izquierda irían.

En estos tiempos modernos
tenemos intermitentes,
mas si había dos caminos
los animales sabían
que ellos eran diferentes,
y por eso allí el hombre
debía estar presente.

Sin que hubiese ningún muro
ni parapeto, ni valla,
si tú querías que fuese
el animal a la derecha
tú le gritabas “pasalla”;
sin embargo si querías
que hacia la izquierda él fuese,
le decías simplemente
aquello de: “mao güesque”.

Si en la calle al marchar
él se para cuando sale,
si tú quieres que camine
tan sólo le dices: “arre”,
y hasta que no escuche: “so”
es fácil que no se pare.

Cuando los ibas a herrar
sobre todo de adelante,
si le dabas con el pie
al tiempo que dices “alza”
la mano que te levanta,
para que sin más avisos
le pongas la nueva calza.

Y cuando ibas sembrando
la semilla bien se envuelve,
pues siempre los animales
cuando llegan al final,
obedecían al: “güelve”.

Si sobre el lomo, el grano,
lo llevan en las talegas,
y en alguna cuesta abajo
el peso podría irse
por encima las orejas,
encogerá bien el cuello
y allí se queda parado
hasta que a arreglarlo llegas.

Cuando torcía la carga
o cuando estabas cargando,
y el peso se iba a un lado,
el desequilibrio aguantaba,
hasta que sea igualado.

Cuando iban en el carro
formando una “reata”,
a la voz del carretero
se preparan, mas no marchan,
y a la siguiente señal
a la vez todos arrancan.

Cuando estabas en la trilla
aburrido siempre era,
¡ todo el día dando vueltas !,
y a pesar de todo ello,
muy pocas veces al día
se iban a la portera.

Si cuando salen de casa
a ellos no dices nada,
se irán por el camino
que más a menudo andan,
y al llegar ellos al campo
allí mismo que se paran.

Cuando ibas a otro pueblo
y no sabías la casa,
el animal te llevaba
a la misma dirección
en que tu familia estaba.

¿Te parece esto poco?
aunque el animal no hablaba,
sabía bien defenderse
en su vida cotidiana;
sin embargo, hay muchos hombres
que les debes repetir,
lo que han de hacer cada día:
por la tarde y la mañana.

Próximo tema: “El culo de la sartén”

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