sábado, 12 de octubre de 2013

La ratonera



(Escrito el 6 julio 2013)

Erase una vez….. un gato que vivía en una gran zona residencial. Sus dueños eran una familia muy acomodada. Al gato no le faltaba de nada. Tenía su buen cobijo, lo bañaban, lo llevaban a la peluquería y en el aspecto de la comida, no tenía que preocuparse; era abundante y variada, por lo que eso de tener que “cazar para vivir”, para él eran cuentos que se habrían inventado sus antepasados.

Conoció a otros gatos similares a él de su urbanización y se reunían hablando de temas muy variados y un día alguien sacó a colación que sus antepasados, vivían de la caza de ratones, especie muy abundante en otras partes, sobre todo en zonas rurales, barrios de esa misma ciudad, etc. Movidos por una parte por la curiosidad y otra por el hastío de vida que llevaban se propusieron hacer una indagación y salieron de su entorno. Pronto descubrieron en unas edificaciones derruidas, unos animalillos que salían de unos escondijos, buscaban entre la suciedad los alimentos y volvían a su guarida.

¿Esos son los ratones? Los mismos. Los tengo vistos en las revistas que hay por mi casa. Según nuestros antepasados son buenísimos, expuso otro. Pero yo no estoy preparado para correr tras ellos, con lo pesado que estoy y recién salido de la peluquería. No hace falta nada de eso, si  verdaderamente estamos dispuestos a probarlos los tendremos a montones y muy fácil de coger expuso otro. Explícanos, comentó uno que no había intervenido.

Por lo que tengo entendido una de las cosas que más les gusta a los ratones es el queso. Cada uno de nosotros cogeremos de casa un trozo y todos los días nos vendremos y se lo dejaremos esparcido. Como no les haremos nada, no tendrán por qué temer, ni desconfiar de nosotros, engordarán y se multiplicarán. De momento nosotros tampoco los necesitamos. Con el tiempo pensarán que la vida es así de fácil y no tomarán precauciones.

Cuando lo creamos conveniente, iremos cayendo sobre ellos y nos saciaremos de carne de ratón. Después veremos cómo evoluciona todo. En nuestras manos estará dejar que se sigan incrementando, que se coman unos a otros si les falta la comida o que se retiren a sus madrigueras como vivían antes. Podremos llegar a su exterminio total y dejaremos libre a todo el territorio de estos bichos para mí repugnantes. Eso, nos servirá de entretenimiento.

Los gatos aplaudieron esta sabia exposición y comenzaron con los planes que se habían comentado. Al cabo de poco tiempo su plan estaba en marcha.

¿Acaso no estamos nosotros en una ratonera cómo esa?  Más o menos vivíamos. Nos prometieron que se acabarían los caciques, que seríamos libres y todo funcionaría mucho mejor. No digamos si entrásemos en Europa. Nuestra economía era de las más saneadas que se conocían y si otros países tenían problemas, a nosotros no nos afectaría. Nos dieron queso como a los ratones y fuimos por los caminos que a ellos les interesó. Cuando vieron que empezábamos a estar tranquilos, nos fueron retirando el queso y tuvimos que regresar a nuestras ratoneras y rebuscar entre las basuras.

Cuatro gatos, que siempre vivieron bien, planearon nuestro exterminio. Estos cuatro gatos adiestraron a otros pocos, que también estaban ociosos en sus zonas residenciales. Cuando salen de su entorno, se descojonan de vernos corretear buscando alimentos y meternos en la ratonera. ¿Vamos a por ellos, pregunta alguno? Déjalos que sigan así, yo me lo paso bien observándolos, dice otro. Por la tarde vuelven a sus casas, los acarician, los bañan y los llevan a la peluquería. Los demás tienen que salir de noche a rebuscar en los cubos de basura.

 Próximo tema: El objetivo cumplido

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