sábado, 24 de enero de 2015

Al Papa Francisco



Escrito el 18 de julio de 2014)
Como a Celedonio lo que le gusta es reflexionar, tampoco puede extrañar que lo haga sobre el nuevo Papa, aunque sea desde su más completa ignorancia en temas religiosos y eclesiásticos.

Ante todo le felicitaría, por su acceso al trono de San Pedro. No sé si entró desde el principio en la quiniela o se fue vislumbrando a medida que pasaba el cónclave, pero para mí fue una alegría sin conocerlo de nada, solamente porque procedía de otras tierras que para Papa no eran las habituales. Desde hace muchos años pienso que aunque haya un solo Dios, el de Africa y/o América tiene algo distinto, al de Europa. Como al de aquí ya se conoce desde tiempo inmemorial, hay que ver cómo piensan los otros. Por eso me alegré.

Con sus primeras declaraciones, todos pudimos contemplar que mis sospechas eran ciertas y que traía otros aires, por lo que solamente me entristeció una cosa: su edad. Es una lástima que aunque se encuentre bien de salud, la edad no perdona y para cambiar todo lo que hay que cambiar, no sé si le dará tiempo. Que su salud no se resienta y que dure lúcido muchos años es lo que desearía.

El cambio vemos que es necesario, pero la experiencia nos indica que no siempre son las reformas bien recibidas y el reformista no siempre es apoyado, sino que le buscan la vuelta para que no prospere y todo siga más o menos igual.

A finales de los años 60 del pasado siglo tuve ocasión de conocer al Obispo de Huesca, D. Javier Osés, para entonces un obispo joven. Desde el día de su nombramiento, marcó un cambio. No quiso ocupar el Palacio Arzobispal. Se instaló con su madre en un sencillo piso. Conducía su propio utilitario. Iba a celebrar misa a los pueblos próximos cuando el sacerdote estaba ausente sin más aviso ni protocolo. Algunas Noches Viejas compartió la comida del Fin de Año con los presos de la cárcel, etc. Para entonces era un obispo distinto, pero nunca pudo extender su doctrina en ámbitos más amplios. No tuvo ningún ascenso y llegó el final de su vida sin salir de Huesca. Pienso que el pueblo estaba con él y admiraba su labor, pero sus superiores nunca quisieron entenderlo, ya que de hacerlo, se ponían ellos al descubierto.

Esa experiencia vivida, me hace temer, que la forma de pensar y actuar del Papa Francisco, aunque sea comprendida, no sea aceptada por los suyos y los cambios que propone y los ejemplos que da, tengan mucho menos fruto que los que desearía. Le escuché en una entrevista en la Televisión Española el 17 de junio de 2014. La forma de decir las cosas y el sentido que les da, son verdaderamente sorprendentes. El no querer ir enlatado, es la mayor demostración de sentirse próximo al pueblo.

Supongo que sabe bien dónde le gustaría llegar, pero la distancia a recorrer es muy larga. Entre los sacerdotes de base, tiene algunos de su parte ya, pero hay muchísimos, a pesar de haber disminuido el número, que no darán nunca su opinión, pues se creen poseedores de la verdad y nunca cambiarán. ¡Es una pena! Con lo claras que son las palabras del Evangelio, lo que las han retorcido, para que ni los entendamos y mucho menos prediquen con el ejemplo.

Siempre he pensado que para seguir  un determinado comportamiento, el que lo difunde debe ser ejemplar y estar acorde con lo que dice, pero en caso de la Religión Católica hace días que esa faceta se perdió. No sé cómo lo podrá llevar a cabo, pero solamente le deseo mucha salud y que la mano no le tiemble a la hora de tomar decisiones.

Próximo tema: El tema de las tarjetas






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