(Escrito el 30 de julio 2017)
En el pueblo de Celedonio, cuando las uvas estaban
madurando, nos enviaban sobre todo a los
chicos y mujeres a cuidar la viña. Su presencia, hacía que los que pasaban
cerca de ella y tuviesen la tentación de entrar a cogerse algún racimo, al
verte por ahí, no lo hiciesen. En
general aunque podían pillarte la vuelta y como
se decía, te pillaban perro, esa presencia funcionaba. Se podría decir que “el
miedo guardaba la viña”.
Hoy día las cosas no funcionan
así y apreciamos que estamos muy lejos de ese temor a la ley, al respeto de lo
ajeno y nada hace que le frene en sus intenciones. No estaría mal que la gente
tuviese miedo a algo.
Cuando se está juzgando a una
persona por un delito, nos han metido en la cabeza que es un “presunto…”
y mientras la justicia no lo
condene no podemos atribuirle ningún otro calificativo. Para Celedonio,
la cosa no debía ser así. Cuando lo juzgan es porque se piensa que tiene una cierta
culpabilidad. Lo que tendrá que demostrar es su inocencia. A no poder
demostrarla es a lo que tenía que tener miedo.
Hemos visto, leído u oído conductores que han
hecho verdaderas monstruosidades. Ir a 200 kms/hora dentro de un túnel,
circular durante mucho tiempo sin respetar la línea continua, ir por la
carretera en dirección contraria, etc. La sanción ha sido económica, o a los
sumo la retirada del carnet de conducir durante un tiempo. Para Celedonio antes de ponerse uno al
volante debería tener miedo a otra cosa. La posibilidad de perder el carnet de
conducir para toda la vida. Eso quizá le pudiese dar
miedo.
Estamos viendo como a todos los
corruptos no se les exige de inmediato la devolución de todo lo que han cogido,
usurpado o robado. Aunque estén en la cárcel, hasta que el juicio les sale,
pasan a veces años y tienen tiempo suficiente para blanquear, vender, poner a
salvo, etc cuanto tienen. Al final, como nada tienen nada les pueden quitar.
Salen y a vivir la vida. Tendrían miedo si se les hiciese
devolver lo primero todo lo que cogieron sin ser suyo y como castigo tendrán
que vivir el resto de su vida en peores condiciones de las que vivieron. Si
durante toda su vida vivieron en
mansiones, tras el juicio vivirán en un 4º piso sin ascensor. Eso les podría
dar miedo.
Hubo gente, que siempre fue
trajeado, y con ese aspecto ninguna puerta se le cerró y fue capaz de cometer
los mayores desaguisados. Tendría miedo, si supiese que tras
la condena, su vestimenta sería el mono azul, y su trabajo acorde con él.
El 13 de septiembre de 2009, Celedonio publicaba en este Blog una
reflexión sobre el sistema penitenciario. No es posible que a todos los delitos
se les ponga por castigo la privación de libertad. Cada uno debería estar
relacionado con su causa. ¿Tendrían miedo los violadores, si supiesen
que como castigo se les podía llegar a cortar sus órganos genitales y
exhibirlos colgados en la Plaza Mayor?
No sé si para estas cosas
habría que corregir el Código Penal, el
Civil o cual, pero resulta sorprendente, que en los años 40 y 50 del siglo
pasado, la presencia de un crío o una mujer cerca de la viña hiciese desistir
de entrar a cogerse unos racimos y ahora todo el mundo puede campar a sus
anchas, ser un presunto hasta que la sentencia sea firme y en una gran parte
de los casos no se le hace nada, porque el caso ha prescrito.
Próximo tema: Pensando con frialdad
Bien, bien. Sigue que nos hacen falta muchas reflexiones como las tuyas. Un abrazo.
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