(Escrito el 3 de noviembre 2017)
El pasado verano, tuve ocasión de pasar una semana en
un Crucero. El recorrido fue por el mar
Adriático, Jónico y Egeo. Nunca había hecho este tipo de viajes y la
verdad es que quedé sorprendido.
Sorprendido ante la grandiosidad de la embarcación. Según la
información, la capacidad de pasajeros era de 2.500 personas y unas 1.000 de
tripulación. Ibamos al completo. Nuestro camarote estaba en la Planta 11 y lo
más alto estaba en la 15. Nunca había estado dentro de un barco tan grande.
Sorprendido por el lujo, la limpieza y lo bien cuidado que estaba.
Las partes más insignificantes, las veías que las fregaban
y limpiaban todas las mañanas.
Sorprendido por el control que se llevaba de todas las personas que
entrábamos y salíamos del barco. En la pantalla de control, siempre aparecía tu
foto.
Sorprendido por la cantidad
de actividades que había programadas. Por todas partes que fueses te
encontrabas con algo que te podía entretener.
Sorprendido de la cantidad de personas de la tripulación, que se
dedican a animarte a participar en las distintas actividades.
Sorprendido ante el despliegue de personas y medios a las horas de
desayunar, comer o cenar. Todo funciona perfectamente.
Sorprendido por la organización que hay a la hora de hacer las
visitas, dónde se hace escala.
Sorprendido por otras muchas cosas que podría contar.
Sin embargo, lo que me ha movido
a reflexionar sobre este viaje ha sido otra cosa muy distinta y que mucha gente
no estará de acuerdo con mi punto de vista.
En otros tiempos y sobre todo en
el medio rural, se hacían muchos trabajos a vecinal. Nadie protestaba cuando
tenía que ir. De esta forma se solucionaban montones de problemas que surgían.
Al contemplar en el Crucero la
inmensa cantidad de gente que hay, con el sólo fin de pasárselo bien, me
preguntaba: ¿cuántos problemas se podrían solucionar en la vida, si al reservar
la plaza te exigiesen por ejemplo que tenías que haber cumplido dos días en un trabajo social? ¿Y si se exigiesen
esos dos días también para ir de vacaciones en la playa o la montaña?
¿Qué significaría para ti tener
que ir dos días a prestar un servicio social cada año? ¿Te imaginas los enfermos que se podrían
atender, los árboles que se podrían plantar, la suciedad que se podría quitar o
los campos que se podrían despedregar?
Aunque te parezca mentira, esas cosas me venían a la
cabeza estando en el Crucero.
Próximo tema: ¿Se escribirán novelas sobre
esto?
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