lunes, 29 de enero de 2018

Ocho días de Crucero



(Escrito el 3 de noviembre 2017)
El pasado  verano, tuve ocasión de pasar una semana en un Crucero. El recorrido fue por el mar  Adriático, Jónico y Egeo. Nunca había hecho este tipo de viajes y la verdad es que quedé sorprendido.

Sorprendido ante la grandiosidad de la embarcación. Según la información, la capacidad de pasajeros era de 2.500 personas y unas 1.000 de tripulación. Ibamos al completo. Nuestro camarote estaba en la Planta 11 y lo más alto estaba en la 15. Nunca había estado dentro de un barco tan grande.

Sorprendido por el lujo, la limpieza y lo bien cuidado que estaba. Las partes más insignificantes, las veías que las  fregaban  y limpiaban todas las mañanas.

Sorprendido por el control que se llevaba de todas las personas que entrábamos y salíamos del barco. En la pantalla de control, siempre aparecía tu foto.

Sorprendido  por la cantidad de actividades que había programadas. Por todas partes que fueses te encontrabas con algo que te podía entretener.

Sorprendido de la cantidad de personas de la tripulación, que se dedican a animarte a participar en las distintas actividades.

Sorprendido ante el despliegue de personas y medios a las horas de desayunar, comer o cenar. Todo funciona perfectamente.

Sorprendido por la organización que hay a la hora de hacer las visitas, dónde se hace escala.

Sorprendido por otras muchas cosas que podría contar.

Sin embargo, lo que me ha movido a reflexionar sobre este viaje ha sido otra cosa muy distinta y que mucha gente no estará de acuerdo con mi punto de vista.

En otros tiempos y sobre todo en el medio rural, se hacían muchos trabajos a vecinal. Nadie protestaba cuando tenía que ir. De esta forma se solucionaban montones de problemas que surgían.

Al contemplar en el Crucero la inmensa cantidad de gente que hay, con el sólo fin de pasárselo bien, me preguntaba: ¿cuántos problemas se podrían solucionar en la vida, si al reservar la plaza te exigiesen por ejemplo que tenías que haber cumplido  dos días en un trabajo social? ¿Y si se exigiesen esos dos días también para ir de vacaciones en la playa o la montaña?

¿Qué significaría para ti tener que ir dos días a prestar un servicio social cada año?  ¿Te imaginas los enfermos que se podrían atender, los árboles que se podrían plantar, la suciedad que se podría quitar o los campos que se podrían despedregar?

Aunque te  parezca mentira, esas cosas me venían a la cabeza estando en el Crucero.    

Próximo tema: ¿Se escribirán novelas sobre esto?

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