sábado, 22 de diciembre de 2018

Cinco horas con Mario


(Escrito el 11 de octubre 2016)
Hace muchos años, Celedonio asistió a la representación teatral de esta obra de Miguel Delibes. Lola Herrera era la protagonista. La viuda, velando por la noche el cadáver de su marido, da rienda suelta a sus pensamientos y le llega a recriminar muchas escenas vividas. Ahora que está leyendo dicha obra le entran ganas de hacer algunas reflexiones. No hay cadáver delante. A cada reflexión se le podría poner muchos destinatarios.

a).- ¡Que no me tienes que convencer del cambio climático! Yo lo tengo muy claro. En mi pueblo, muchas fuentes no manan desde hace 50 años, el río está seco y las acequias que regaban todas las parcelas adyacentes no existe ninguna y aunque existiesen no correría el agua por ellas, pues no hay. ¡Que tengo claro que cada año hace más calor en verano y  menos frío en invierno! No te puedo decir cómo terminará todo esto, pero tú sigues con lo mismo: la contaminación, el impacto ambiental, la conservación de la naturaleza, etc. Pero si las predicciones se cumplen y las lluvias van a ser más torrenciales y localizadas, lo que habría que hacer es más pantanos para recoger y guardar el agua, pues con tanto defender el paisaje, llegará un día que no tendremos ni agua para beber y entonces ¿qué pasará…..?  Pero tú, a lo tuyo. Siempre escuchándote lo mismo y llevando la contraria.

b).- ¡Pobrecico mi chico! Tres días que llevo sin verlo. No sé cómo lo puedo aguantar. ¡Qué dolor para una madre! Eso lo estoy oyendo a cada hora  y  me entero que el chico tiene 14 años. A Celedonio lo llevaron interno al colegio a los 10 años. Iba a casa por Navidad, Semana Santa y el  Verano y entre esos espacios de tiempo nunca le fue  a ver ningún familiar y ¿qué pasó? Pues que creció, se desarrolló, abandonó el colegio para ir a la Universidad, se hizo un hombre de provecho como se decía antes y no le ha pasado nada. ¿A qué viene ahora tanto mimo, tanto estar siempre encima? Antes se decía que madre e hijo tenían muchos cariños y por ello no se pudieron separar. Algunos abandonaron el colegio por esos cariños y ahora se lamentan de no haber tenido mejor formación y situarse mejor…………..¡ Pobrecico mi chico!.....

c).- ¡Cómo se han puesto los pisos!  Pues nada, que los chicos no encuentran en la ciudad un piso confortable para poder estudiar. Los buenos son caros, los que ven no tienen ascensor, ni calefacción o no están en el entorno de la Universidad. ¡Madre mía que porvenir! Así se lamentan muchas familias. Celedonio recuerda que en sus tiempos los estudiantes no buscaban pisos, lo que buscaban era patrona. Las había malas, buenas y mejores y cada cual se acomodaba en la que podía. Para las buenas había lista de espera. Entre los jóvenes hablar de cómo se estaba en su patrona era tema de conversación habitual.  Pero cómo ¿vivir en casa de una familia ahora? No estás en la onda, te tendrías que oír.

Sí hijo sí, estar de patrona y lo que no me explico, con los recortes y necesidades que hay, cómo no vuelve este sistema. En muchas casas el tener a uno o dos de patrona era un complemento a los ingresos familiares y en otros casos, gracias a los que se tenía de patrona se vivía. ¡Cuántas viudas no sacaron a la familia a flote gracias a los que tenía de patrona! No sólo eran estudiantes, sino también trabajadores de los distintos gremios.

Entonces no había becas. Las patronas te hacían la comida, te lavaban la ropa y tu familia sabía dónde estabas. ¿Se está mejor ahora compartiendo un piso….?  Las familias con necesidades encuentran de otra forma sus ingresos….?  Celedonio y los de su época estuvieron de patrona y no les pasó nada. El con la que dejó en 1962, la mayor parte de los años todavía hablan por teléfono felicitándose las Navidades…….

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