(Escrito el 11 de octubre 2016)
Hace muchos años, Celedonio asistió a la representación
teatral de esta obra de Miguel Delibes. Lola Herrera era la protagonista. La
viuda, velando por la noche el cadáver de su marido, da rienda suelta a sus
pensamientos y le llega a recriminar muchas escenas vividas. Ahora que está
leyendo dicha obra le entran ganas de hacer algunas reflexiones. No hay cadáver
delante. A cada reflexión se le podría poner muchos destinatarios.
a).- ¡Que no me tienes que convencer
del cambio climático! Yo lo tengo muy claro. En mi pueblo, muchas
fuentes no manan desde hace 50 años, el río está seco y las acequias que
regaban todas las parcelas adyacentes no existe ninguna y aunque existiesen no
correría el agua por ellas, pues no hay. ¡Que tengo claro que cada año hace más
calor en verano y menos frío en
invierno! No te puedo decir cómo terminará todo esto, pero tú sigues con lo
mismo: la contaminación, el impacto ambiental, la conservación de la
naturaleza, etc. Pero si las predicciones se cumplen y las lluvias van a ser
más torrenciales y localizadas, lo que habría que hacer es más pantanos para
recoger y guardar el agua, pues con tanto defender el paisaje, llegará un día
que no tendremos ni agua para beber y entonces ¿qué pasará…..? Pero tú, a lo tuyo. Siempre escuchándote lo
mismo y llevando la contraria.
b).- ¡Pobrecico mi chico! Tres
días que llevo sin verlo. No sé cómo lo puedo aguantar. ¡Qué dolor para una
madre! Eso lo estoy oyendo a cada hora
y me entero que el chico tiene 14
años. A Celedonio lo llevaron interno
al colegio a los 10 años. Iba a casa por Navidad, Semana Santa y el Verano y entre esos espacios de tiempo nunca
le fue a ver ningún familiar y ¿qué
pasó? Pues que creció, se desarrolló, abandonó el colegio para ir a la
Universidad, se hizo un hombre de provecho como se decía antes y no le ha
pasado nada. ¿A qué viene ahora tanto mimo, tanto estar siempre encima? Antes
se decía que madre e hijo tenían muchos cariños y por ello no se pudieron separar.
Algunos abandonaron el colegio por esos cariños y ahora se lamentan de no haber
tenido mejor formación y situarse mejor…………..¡ Pobrecico mi chico!.....
c).- ¡Cómo se han puesto los
pisos! Pues nada, que los chicos
no encuentran en la ciudad un piso confortable para poder estudiar. Los buenos
son caros, los que ven no tienen ascensor, ni calefacción o no están en el
entorno de la Universidad. ¡Madre mía que porvenir! Así se lamentan muchas
familias. Celedonio recuerda que en
sus tiempos los estudiantes no buscaban pisos, lo que buscaban era patrona. Las había malas, buenas y
mejores y cada cual se acomodaba en la que podía. Para las buenas había lista
de espera. Entre los jóvenes hablar de cómo se estaba en su patrona era tema de
conversación habitual. Pero cómo ¿vivir
en casa de una familia ahora? No estás en la onda, te tendrías que oír.
Sí hijo sí, estar de patrona y
lo que no me explico, con los recortes y necesidades que hay, cómo no vuelve
este sistema. En muchas casas el tener a uno o dos de patrona era un
complemento a los ingresos familiares y en otros casos, gracias a los que se
tenía de patrona se vivía. ¡Cuántas viudas no sacaron a la familia a flote
gracias a los que tenía de patrona! No sólo eran estudiantes, sino también
trabajadores de los distintos gremios.
Entonces no había becas. Las
patronas te hacían la comida, te lavaban la ropa y tu familia sabía dónde
estabas. ¿Se está mejor ahora compartiendo un piso….? Las familias con necesidades encuentran de
otra forma sus ingresos….? Celedonio y los de su época estuvieron
de patrona y no les pasó nada. El con la que dejó en 1962, la mayor parte de
los años todavía hablan por teléfono felicitándose las Navidades…….
Próximo tema: Por tierras Compostelanas
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