(Escrito el 25 de marzo 2019)
Cuando Celedonio escribe estas reflexiones ni siquiera ha empezado
la campaña electoral del 28 de abril. Cuando se publique ya habrán sido las
elecciones, pues hay otros temas pendientes de publicar que llevan ya tiempo
escritos. Muchas cosas oiremos a lo largo de los próximos días, pero pienso que
para una página hay tema suficiente. El contenido de la reflexión, no influirá
en los resultados.
Estamos viendo como se anuncian
nuevos fichajes, como abandonan otros la formación en la que militaban, como
ponen cifras a las encuestas y como otros tiemblan ante las declaraciones de
algunos de los que pretenden entrar en la política. Cuando interesa, unos dicen
que el pueblo es soberano y es el que decide y otras veces, al menos los que
los escuchamos, interpretamos que dan a entender que el votante no sabe lo que
hace.
Celedonio, hace tiempo ya que expuso, que la ley electoral o la
forma de elegir el pueblo a sus
representantes, se tenía que haber modificado, para que el votante, si así lo
cree conveniente, al menos pudiese tachar por ejemplo hasta tres candidatos que
el Partido ha puesto en la papeleta, es decir la lista tenía que ser abierta.
La lista más votada sería la ganadora, pero si de los que figuran en la lista
hay un determinado número de votantes que no los quieren, ocuparían su puesto
los siguientes. De esta forma, estas personas que están emitiendo unos
planteamientos que para algunos son tan absurdos, si el votante no está de
acuerdo con ellos, votaría a la candidatura, pero no a la persona que su
partido ha puesto de cabeza de lista.
Hay otros que manifiestan que
ciertos ciudadanos, de forma aislada, tienen más poder que un diputado y eso
les molesta. A estos, Celedonio les
diría, que con tanto poder que tienen, esas personas no están aforadas y en
cualquier juzgado le pueden poner una
denuncia si su comportamiento quebranta la ley, mientras que el diputado, por
el mero hecho de serlo, nadie le puede poner la mano encima. ¿Se creen que no
vale para nada lo del aforamiento? Esas personas que tanto poder político y
económico tienen, lo han heredado o lo han formado ellos y lo tienen que
mantener, cuando tenemos a muchos políticos que por haber estado tan sólo 7
años en el Parlamento les han concedido la Pensión Máxima. ¿Están en igualdad
de condiciones los trabajadores a los que dicen defender? ¿Qué pensión les
queda a los trabajadores? ¿Cuántos años han tenido que cotizar? Para calcularles la media de lo cotizado
¿sobre cuántos años se la hacen?
Con los tiempos que lleva la
Democracia, alguna de estas cosas se podría haber corregido y para muchos
temas, no es que no haya habido consenso, si no que no ha habido ni tan
siquiera intención de sacarlo a colación, ni plantearlo.
Ignoro, como todos los
ciudadanos, qué pasará el 28 de abril. No sabemos ni los votos, ni escaños que
conseguirá cada una de las formaciones que se van a presentar, pero muchas de
las cosas que pasarán se podían haber corregido ya. Si no se han hecho me
gustaría que los nuevos que entren, tengan alguna intención de corregirlas.
Con relación a los que se
cambian de Partido, a Celedonio le
parece bien que la gente tras recapacitar cambie de opinión y de actuación,
pero lo que no ve lógico es que uno que ha estado criticando durante tiempo al
Partido en que aterriza, se le premie con un buen puesto, cuando habrá montón
de militantes que ya se dejaron la piel y tendrán que ir tras de él.
Próximo tema: Cuando los años ya pesan (05)
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