(Escrito el 7 de enero 2020)
Poco se habla de ti,
poco se ha escrito y comenta,
lo que te voy a decir
pasaba hace muchos años
en los cuarenta y cincuenta.
Cuando a ti no te empleaban
estabas casi olvidada,
en pajares y en graneros
por allí estabas colgada.
Te dejaban casi sola
sin letrero, ni etiqueta
aunque a veces convivías
con tu amiga la zoqueta.
Cuando salías de allí
el día ya alargaba,
había pasado el frío
y el sol mucho calentaba.
Te esperarían los ordios
las avenas y los trigos,
algún que otro centeno,
estos eran tus amigos.
Aquellos campos de mies
te estarían esperando,
como iban madurando
a ellos ibas segando.
La jornada era larga
de sol a sol tu segabas,
y al terminar la jornada
en el tajo te dejaban.
El jornal que tú cobrabas
era bueno, el más caro,
y en ese precio incluías
la zoqueta y el zamarro.
Algunos hombres a ti
te explotaban si podían
pues los meses de verano
de la hoz ellos vivían.
Eran los que procedían
de otras tierras no cercanas,
como la tierra de Murcia
y más aun, la valenciana.
Iban a siega decían
desde finales de mayo,
cuando llegaban a casa
era ya agosto avanzado.
Eso era trabajar
esa vida era dura,
dormían en el pajar
o en otra cama más cruda.
Y con el paso del tiempo
fue llegando ya tu hora,
cuando en el campo ya vimos
pronto la cosechadora,
pues por donde yo te hablo
no llegó el intermedio
de segadora-atadora.
Algunos te conservaron
pues te usarían ya luego,
en cortar hierba en el huerto
o quizá segar espliego.
Los que no te conocieron
nunca pudieron hablar,
de lo duro de un trabajo
pues no lo pueden contar.
Cuando yo era muy joven
de cerca te conocí
por eso bien te recuerdo
y lo quería escribir.
Próximo tema: Lo que falta que aprender
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