sábado, 5 de septiembre de 2020

A la hoz

 

(Escrito el 7 de enero 2020)

 

Poco se habla de ti,

poco se ha escrito y comenta,

lo que te voy a decir

pasaba hace muchos años

en los cuarenta y cincuenta.

 

Cuando a ti no te empleaban

estabas casi olvidada,

en pajares y en graneros

por allí estabas colgada.

Te dejaban casi sola

sin letrero, ni  etiqueta

aunque a veces convivías

con tu amiga la zoqueta.

 

Cuando salías de allí

el día ya alargaba,

había pasado el frío

y el sol mucho calentaba.

Te esperarían los ordios

las avenas y los trigos,

algún que otro centeno,

estos eran tus amigos.

 

Aquellos campos de mies

te estarían esperando,

como iban madurando

a ellos ibas segando.

La jornada era larga

de sol a sol tu segabas,

y al terminar la jornada

en el tajo te dejaban.

 

El jornal que tú cobrabas

era  bueno, el más caro,

y en ese precio incluías

la zoqueta y el zamarro.

Algunos hombres a ti

te explotaban si podían

pues los meses de verano

de la hoz ellos vivían.

 

Eran los que procedían

de otras tierras no cercanas,

como la tierra de Murcia

y más aun, la valenciana.

Iban a siega decían

desde finales de mayo,

cuando llegaban a casa

era  ya agosto avanzado.

 

Eso era trabajar

esa vida era dura,

dormían  en el pajar

o en otra cama más cruda.

 

Y con el paso del tiempo

fue llegando ya tu hora,

cuando en el campo ya vimos

pronto la cosechadora,

pues por donde yo te hablo

no llegó el intermedio

de segadora-atadora.

 

Algunos te conservaron

pues te usarían ya luego,

en cortar hierba en el huerto

o quizá segar espliego.

 

Los que no te conocieron

nunca pudieron hablar,

de lo duro de un trabajo

pues no lo pueden contar.

 

Cuando yo era muy joven

de cerca te conocí

por eso bien te recuerdo

y lo quería escribir.

 

Próximo tema: Lo que falta que aprender

 

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