(Escrito
el 31 de julio de 2013)
En esta época de crisis en la
que nos encontramos, con lo susceptibles que nos hemos vuelto y la valentía de
criticar las cosas que no se hacen bien, pienso que en la próxima reforma de la
PAC se deberían tener en cuenta alguna de las cosas que habría que mejorar.
Hubo un tiempo en que la regulación
de los precios de algunos productos agrícolas, permitía al sector
ganadero mantener la actividad sin excesivos sobresaltos, ya que se ponía en
circulación el producto que estaba almacenado, cuando el precio de éste se
desorbitaba. Con la desaparición de estos sistemas de regulación, el ganadero
tiene que soportar los vaivenes del mercado, mercado que lo manejan simples
especuladores y que no siempre se puede aguantar.
Si las ayudas por hectárea, no
parece que es lo más justo, la ayuda por cabeza de ganado
tampoco. Hay muchas zonas de montaña y somontano que los rebaños de lanar son
pequeños, muchas veces el tamaño de las parcelas donde pastan es un factor
limitante. Si se quiere que en esas zonas no desaparezcan, la ayuda por cabeza
debería ser mayor.
Según las ayudas percibidas por
cada explotación, se llegó a adquirir unos derechos históricos y esa cuantía se
percibía sembrase lo que sembrase. No me parece sea una medida lógica cuando a
otros sectores se les exige rentabilidad y competitividad. El agricultor debe
ser profesional y buscar la mayor rentabilidad posible a su explotación. De no
ser así, ante la sociedad será “un caza primas”.
No nos escudemos en decir que “esto
lo decide Bruselas”. Cada país debe defender lo que él considera justo
y si a cada nación se le asigna una cantidad ella tendrá que poner las normas
que crea más justas en su distribución.
No es lo mismo agricultor
a título principal, que agricultor que se hace lo suyo y además hace
otra cosa, que los grandes terratenientes, que los que tienen su explotación
como recreo o los que buscan convertir el suelo rústico en urbano o industrial.
No es lógico, que el derecho a
cobrar las ayudas, no vaya unido al que cultiva la tierra . Actualmente y perdón
si no es así, cuando termina un contrato de arrendamiento, el perceptor de la
ayuda es el que la cultivaba antes y el propietario aunque la quiera llevar él
se encuentra que no tiene ayuda. Si la vende es una tierra sin derechos.
Pienso que la sociedad ha tenido
siempre un profundo respeto a los agricultores, reconoció su vida sacrificada y
la sensatez en sus reclamaciones. Si por mala orientación de la legislación se
mantiene la percepción de ayudas de una forma que no es justa, pasará a
engrosar la lista de los defraudadores y corruptos y eso será mentirá, ya que
él nunca se salió de lo que le decía la ley. Le cargarán el San Benito de caza
primas y lo pagarán justos por pecadores.
Aunque no soy experto en el tema
como dije al principio, podría seguir comentando muchas de las irregularidades
habidas, pero con estos simples ramalazos me doy por
satisfecho. Esas grandes mentes pensantes, tendrán que recapacitar sobre lo
hecho en épocas pasadas y tendrán que demostrar que lo que aprueben para el
futuro es más racional que lo anterior.
Próximo tema: ¿Por qué no hay un
careo?
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