(Escrito
el 5 de agosto 2013)
Los que nacimos sobre 1940,
hemos visto muchas cosas. Vivimos una post-guerra con todas sus consecuencias.
Conocimos los autobuses de línea en los que además de llevar asientos encima
del techo, en cada uno de ellos iba el conductor y el cobrador, que además de
cobrar era el que subía los bultos a la baca.
Conocimos el tranvía de antes y
en cada vagón o coche iba un cobrador. Fuimos conociendo la modernización de
los servicios de recogida de basuras y la implantación de los peajes en las
autopistas, dónde se pagaba y te daban
los cambios.
Hoy en el autobús de línea te
tienes que poner y sacar la maleta tú y tienes que ir con un horario para
sacarte el billete a tiempo a no ser que te lo saques por Internet. En el
tranvía tienes que “validar” tu
tarjeta. Con la basura que durante mucho tiempo conocimos a tres personas
por camión, ahora es uno solo el que
hace todo y en cuanto al cobro en las autopistas te tienes que enfrentar con la
máquina para que te cobre el trayecto y te devuelva los cambios.
Junto a esto conoces que las
empresas, que sólo buscan la rentabilidad, fabrican sus productos inicialmente
en China y ahora en los países africanos en los que con sueldos miserables sus
ganancias son inconmensurables.
Conocimos el progreso en todos
sus aspectos y se puede decir que llegamos a vivir mejor que nuestros padres.
Ahora sin embargo los medios de comunicación dicen que en algunas Comunidades
el 32% de los hogares sobreviven por el apoyo que reciben de los pensionistas.
Con este planteamiento ¿qué va a ser de nuestros hijos y de
nuestros nietos?
Leo el libro de Miguel Angel
Revilla en el que encuentro pasajes aleccionadores Habla de la economía real y
de la economía virtual. En su infancia dice que el Sr. más rico de su pueblo
era uno que tenía 100 vacas y sus correspondientes fincas dónde pastaban. Era
el que más terneros vendía en la Feria de Torrelavega. Esa riqueza se veía. Hoy
día, sin duda alguna muchos también poseen bienes tangibles ¿pero otros?
Hubo empresas que se
vanagloriaban de ser potentes y cotizar en bolsa a unos buenos precios y sin
embargo al primer contratiempo hicieron agua por los cuatro costados. El dinero
de los que lo tienen ya no se dedica a crear puestos de trabajo, al menos en
España, sino que lo dedican a especular con él o llevarlo a los Paraísos
Fiscales. Muchos de los que se creen ricos, ya sólo son virtuales. El que está
en el paro ya ha asumido que si un día engancha a trabajar no será en las
condiciones en que estaba cuando lo despidieron. ¿Seremos cada vez más pobres?
Es triste pensar que los abuelos
tengan que ayudar económicamente a los hijos y a los nietos, mientras nuestras
cabezas pensantes, siguen manifestando que los políticos de otras
naciones están mejor pagados que ellos. Todos los que la justicia investiga son
tan sólo “presuntos” y el Gobierno sólo tiene fe en los “nuevos
emprendedores”.
La última vez que me enfrenté
con la máquina para pagar el peaje de la autopista pensé: ¿cómo no vamos a tener paro?
¿Dónde
va a parar el ahorro que esto supone?
Próximo tema: La torre de Babel
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