(Escrito
el 5 noviembre de 2013)
Cuando era crío, allá por los
años 40 del pasado siglo, y oía esta expresión, al principio no entiendes cómo
por una sardina que pesa tan poco se puede escachar un burro, que para ti siendo
un niño lo ves como una mole. Pronto llegas a comprender su significado.
Al ver en estos momentos la
carga que tiene que llevar a sus espaldas la Sociedad, me trae a la memoria
estos pensamientos infantiles y no tienes más remedio que decir para tus adentros
¿hasta
cuándo se podrá seguir aguantando?
Hubo unos tiempos que nos
ofrecieron un espejismo de la vida y aunque te resistías a reconocerlo,
llegamos a pensar que el bienestar lo teníamos al alcance de la mano y unos más
que otros fuimos a por él.
Había trabajo y muchos optaron
por coger esas ventajas que te ofrecían. Era fácil meterte en una vivienda, en
cambiar el coche, irte de vacaciones, etc, exigían pocas garantías y muchos
años para pagarlo y si no la querías podías volver a venderla, ganándote un
buen pellizco. Tanto el Gobierno, como los Bancos te lo pintaban como la
ocasión de tu vida y si el tren lo ves que para en tu puerta ¿quién
se resiste a no montar en él?
Como la alegría en casa del
pobre dura poco, pronto la burbuja explotó y dio la vuelta a la tortilla. Se acabó el trabajo y con él
llegó el despido y el paro, al disminuir los ingresos y más tarde desaparecer
estos, no se pudo hacer frente a la hipoteca, los Bancos se tiraron al
degüello, te quitaron la vivienda y el coche, pero no la deuda. Los ahorrillos
que había se fueron acabando, hubo que acudir a los abuelos que no te recibían
como al hijo pródigo de la parábola, si no al que lo habían jodido.
El problema era la deuda que se
tenía y para pagarla acudieron a los recortes. Al que seguía trabajando le
recortaron el sueldo y las nuevas leyes se pusieron en contra del trabajador. A
lo intocable, como la Enseñanza y la Sanidad, también le llegó la tijera y los
problemas aumentaron en los colegios, en los comedores escolares, en las lista
de espera, los quirófanos y junto a ellos ves como aumentan las personas que
buscan y rebuscan en los contenedores de la basura.
Frente a todo este malestar y
pobreza que crece y crece, te encuentras por otro lado que el porcentaje de
ricos aumenta, que los coches de lujo se incrementan en proporción más que los
normales, que nuestros políticos siguen sin querer ver los problemas, que salen
corriendo de las Cortes para irse cuanto antes al tren, avión o coche, para
aprovechar el puente, sin importarle el resultado de lo que votaron.
Los casos de corrupción
continúan y cada día sale uno nuevo, pero ¡oh
sorpresa! Nadie devuelve nada de lo que se llevó. Hasta que no se les
juzgue todos son “presuntos” y a
muchos nunca se les llegará a juzgar, pues según las leyes que ellos mismos han
elaborado, el caso habrá “prescrito”.
No me considero “vidente” y no sé cómo terminará todo
esto, pero tengan cuidado qué hacen los que mandan, recortan, consienten,
juzgan, etc. La chispa puede saltar en cualquier momento y el incendio puede
ser incontrolable.
Como decía el encabezamiento: “Por una sardina….. se escachó un
burro”
Próximo tema: A los Srs. Presidentes
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