(Escrito el 3 de junio 2015)
El tipo de actividad laboral de
las personas, está influido por un sinfín de circunstancias. Unas veces, los
jóvenes eligieron como actividad laboral la tradición familiar, otras la vocacional
y a veces el azar o la necesidad. Con este planteamiento, nos podemos encontrar
que dentro de una misma familia puede haber funcionarios, empresarios,
profesiones de las llamadas liberales, obreros y en los últimos años políticos.
Si los lazos familiares son los habituales, lo lógico es que entre ellos se
presten el máximo apoyo. Considero que siempre fue así, lo es y debería seguir
siendo.
Mientras la política no ha
estado por medio, todos hemos visto estas relaciones familiares como habitual,
pero en el momento que alguno de la familia se mete a político, las sospechas
empiezan a surgir y hasta damos a entender que ciertas actividades no se
deberían consentir en la misma familia, pues llegamos a interpretar que el
tráfico de influencias está asegurado y Celedonio
piensa que pueden seguir coexistiendo.
¿Acaso hay que desmantelar una
empresa o pensar mal de ella porque uno de la familia se meta a político?
Rotundamente pienso que no. Lo que si pienso que si siempre a toda actividad
laboral y empresarial hay que exigirle honradez, honestidad y trasparencia,
cuando hay un cargo político por medio, estas exigencias se deben de extremar y
nunca debe dar lugar a dudas.
Posiblemente, si la empresa
concurre a un concurso de obra pública, el político le haya podido avisar antes
de qué tipo de obra sea y haya podido tener
información de algunos apartados
del pliego de condiciones antes que otros, pero por ello no debe dejar de presentarse
al concurso, si las cosas se hacen como se deben hacer.
Esta empresa debe concursar en
las mismas condiciones que las demás, el comité de evaluación de los pliegos no
debe tener en cuenta que es familiar del político y desde luego en la votación
no debe intervenir el familiar político.
Si la adjudicación de la obra se
hace de forma directa, porque el montante no es obligatorio, los adjudicatarios
también deben de tener presente esta condición de familiaridad y deben de
actuar con plena claridad. Además de honrado hay que parecerlo y en ese caso,
cuando un presupuesto se desglosa muchas veces para que no sea necesario el
concurso y se vaya adjudicando siempre al mismo ¡se ve mucho el plumero!
Escribo esto hoy, por el caso
que los Medios de Comunicación, dan a conocer, sobre Tania y las ayudas a la
Cooperativa que presidía su hermano. Si la familia tiene una relación normal,
es difícil creer que no supiese que su hermano estuviese en ese cargo. Si a
través del Ayuntamiento se podían obtener ayudas para las Cooperativas, me
parece normal que Tania se lo dijese a su hermano. Lo que no me parece normal,
ni ético, ni aceptable, aunque sea legal, que Tania estuviese presente en la
adjudicación de las ayudas, ni mucho menos si llegó a decidirse por votación,
que su voto contase.
El político, además de ser
honrado, hay que parecerlo y aunque la ley a veces le apoye, sus decisiones, no
deben de tener nunca dos interpretaciones.
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