(Escrito el 22 julio 2021)
Conocí
a un trabajador
que
a veces esto decía:
si
me olvido de la alforja
del
camino no volvía,
mas
sino lleva tabaco
deja
el trabajo enseguida
pues
sin fumar no podía.
Fumaba
de Cuarterón
que
era entonces lo que había,
y
en el corral en el monte
un
Cajillón se escondía.
Era
tal la dependencia
que
del tabaco tuviera
que
a veces se comentaba
si
uno no tiene tabaco
las
hojas de patatera.
Para
más alto nivel
y
que no era de saldo
fumaban
aquel tabaco
al
que le llamaban Caldo.
Otros
compraban paquetes
que
eran todos iguales
eran
los que se llamaban
simplemente
Ideales.
Luego
vendrían los Celtas
y
los famosos Ducados,
de
Celtas había dos
Celtas
cortos, Celtas largos.
Había
tabaco rubio
que
se notaba al instante
el
más antiguo y barato
pienso
que era el Bisonte.
También
estaba el Winston,
el
Chesterfiel y el Camel,
que
al ser más caros y escasos
el
que los fuma lo sabe.
Y
era tal la afición
y
el dinero que se ahorra,
que
se encargaba tabaco
a
los que iban a Andorra.
De
allí traían los Roslis
lo
que comprabas primero
también
las Farias y Puros
y
al que llamaban Perrero.
Yo
no he sido fumador
y
poco sé del asunto,
pero
veo que el que es
el
tabaco siempre a punto.
Fumé
a veces algún Rosli
y
como mucho una Faria,
pero
si eso fumaba
después
ya no trabajaba.
Dicen
que es malo el tabaco
que
produce enfermedades,
el
estanco siempre abierto
nunca
lo he visto cerrado
ni
cuando llega el verano
ni
al llegar las Navidades.
Próximo tema: El Poder Judicial
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