domingo, 9 de agosto de 2020

A la alforja


(Escrito el 26 de noviembre 2019)

 

Casi siempre yo te ví

colgada de la cadiera

esperando te pusiesen

en un ojo, todo el pan,

y en el otro la fiambrera.

En éste también la bota

ya que necesario era

echarse un buen chaparrazo

fuera el tiempo que fuera.

 

Aquel que a ti te cogía

en su hombro te pondría,

y en el patio ya en el macho,

sobre él te dejaría,

y así podemos decir

que esa era tu vida,

pues todos, todos los días

al monte te llevarían.

 

Al llegar a su destino

muy bien  ya te cuidarían,

había quien te esperaba

y había que protegerte

de las hormigas que había,

por eso siempre colgada

en el campo tu estarías,

esperando que a tu amo

se le hiciese mediodía.

 

Llegado  este momento

sentadico en el suelo

te ponía en sus rodillas,

y el ojo que estaba el pan

el primero que veía.

Cortaba un par de tajadas

y la fiambrera abriría,

el companaje no cambia

a lo largo de los días,

hay olivas y chorizo

jamón con mucho tocino

y cebolla allí habría.

 

De todo que hay en la alforja

pocas cosas sobraría,

pues el perro está mirando

a ver si algo le caía,

a lo mejor en la bota

algún trago quedaría,

y después de ver todo esto

otra vez te colgarían.

 

Al terminar la jornada

en el macho tú volvías,

pocas veces de vacío

pues carga a veces tendrías.

Unas veces la verdura

que al volver siempre cogían,

otras veces un cordero

de la oveja que aquel día

estaba recién parida.

 

Cuando llegabas al patio

lo que traías cogían,

y tras limpiarte un poco

en la esquina la cadiera

otra vez te colgarían.

Antes de ir a dormir

decía con voz no floja

el que te iba a coger:

¿preparasteis ya la alforja?

 

Los que no te conocieron

ni tan siquiera ellos saben

lo bien que tú funcionabas,

pues siempre estabas a punto

y nunca te abandonaban.

Ahora no se va al monte,

se dice: vamos de campo,

y todo lo que se lleva

han cambiado no se cuanto.

El vino va en las botellas

se llevan muchas cervezas

y en vez de alforja nevera,

los  machos ahora son coches

y el destino es la arboleda.

 

Los que a ti te conocimos

no podemos olvidar,

la alforja es lo primero

a la hora de marchar.

Te guardamos bien colgada

nuestro sostén vas a ser,

contenías la comida

y el vino para beber

 

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