sábado, 18 de septiembre de 2010

Cosas que no verás

(Escrito en enero de 1997)

Aprendiste mucho rock
el inglés y otros idiomas,
pero nunca aprenderás
pues nadie te enseñará ,
los oficios y artimañas
que en tiempos no muy lejanos
eran cosas cotidianas.

Ya no verás afilar
los cuchillos, ni estrales,
ni ponerles a los machos
cabezanas, ni morrales;
ya no verás tú herrar
ni hacer una herradura,
ni curarle a la mulas
esas grandes rozaduras.

Ni verás, ni aprenderás
aunque estés en las afueras
echarle el baste a un macho
ni poner las argaderas;
tampoco ir a acarrear
segar y menos trillar,
el aventar en la era
y la parva contornar.

Nunca ya presenciarás
aquel trabajo tan fino,
como llevar a la cerda
a que la cubra el tocino;
por no ver, ya no verás
hacer bolas, ni morcilla,
porque tampoco has de ver
una simple matacía.

Nunca podrás comprender
lo que significa el yugo,
pues nunca ya tú verás
ni los bueyes, ni lo mulos,
cuando araban en los campos
como ellos se acoplaban
pareciendo los dos uno.

No verás hacer carbón
ni el grano en las talegas,
ni sabrás donde escondían
el dinero que llevaban
en la ropa las abuelas;
no era en monedero
tampoco en mariconera
lo llevaban escondido
en aquella faldiquera.

No verás hacer ya queso
de una forma natural,
ni beberte el suero a trago
con un cazo del pozal;
hasta puede que no veas
ni un cordero amamantar,
ni tampoco a una cabra
cuando al hijo no quería
como tenías que atar.

Por no ver, igual no ves
por mucho que has observau
por una calle del pueblo
dos perros que van ataus;
ni tampoco a dos gatos
cuando se llaman y quieren
y maullan un especial
de su grito que es ¡miau!

Mucho menos ya verás
un buen carro y su reata
que para subir la cuesta
la voz de su carretero
es suficiente, ya basta.

No verás cocer el lino
ni a las abuelas hilarlo,
y aunque veas muchas "togas"
jamás podrás presenciar
como de una simple estopa
se obtenía una soga.

No verás segar espliego
mucho menos destilarlo
ni tampoco en los machos
lo dibujos que se hacían
cuando ibas a esquilarlo

Nunca verás una feria
con todo su alrededor,
como se hacían los tratos
defendiendo lo mejor,
mucho menos al herrar
cuando al mulo que coceaba
le ponían torcedor.

Por ello, si eres joven,
no desprecies a un mayor,
él aprendió muchas cosas,
en colegios, el mejor,
fue el colegio de la vida
que tuvo a su alrededor.

Próximo tema: “Cuando a la cabra piabas”

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