viernes, 8 de junio de 2012

El compadreo escolar

(Escrito el 16 marzo 2010)


Los que ya peinamos canas, conocimos la época en que los “maestros” eran toda una autoridad, aunque como es natural se hacían comparaciones entre unos y otros. Se podía tener más simpatía, aprecio, confianza, etc. hacia alguno de ellos, pero en el conjunto todos eran respetados. Cuando hablabas del maestro siempre anteponías a su nombre el Don. Ese tratamiento y respeto es el que nos enseñaron, lo aprendimos y siempre lo vimos tan natural.

La mayor parte de los maestros pienso que también se granjearon ese respeto y sobre todo en el mundo rural. El saludarlo en la calle con : “que Vd. lo pase bien” o “ha comido Vd. con gusto? era habitual entre los escolares. Tuviese las creencias que fuesen, el maestro con sus alumnos abría las procesiones, se le llevaba un “presente” cuando se hacía la matacía y cuando al salir de clase decías en casa que el maestro te había castigado la respuesta unánime de la persona mayor que te escuchaba siempre era similar: “por algo habrá sido”, “te lo habrás merecido”, etc.

No todo era bonito, ni de color de rosa. También hay que reconocer, que la inspección no funcionaba, dado que alguna vez tendría que haber hecho algún expediente que otro, pero pienso que esos casos fueron los menos. Para mí, que el maestro fuese del propio pueblo no reportaba ninguna ventaja hacia el alumno, aunque en muchos pueblos fuesen reclamados por sus autoridades o contase favorablemente al solicitar la plaza.

Con el paso del tiempo, hemos podido apreciar como ese respeto, admiración y concepto de autoridad se ha perdido y se ha llegado a las situaciones y comportamientos que vemos. El “tuteo” se impuso, no se si por demanda democrática o por pensar que con él la relación entre alumno y profesor se estrecharía y eso tendría ventajas educativas. Sociológicamente no conozco este resultado.

Lo que sí hemos podido comprobar, que algunos profesores ese binomio alumno profesor, que empieza con el tuteo y termina con “el vete a tomar por....”, nunca lo consintieron. Entre alumno y profesor hubo el trato de respeto y la cosa no se ha desmadrado. Bien es verdad que algunos profesores hicieron poco porque cada uno estuviese en su sitio y desde la forma de vestir hasta la de actuar, han dado pie a lo que estamos viendo.

El alumno ya no ve en el profesor, al educador del que tiene que aprender, sino que como él no se esfuerza en nada, sólo aprecia un inquisidor que le está fastidiando y no le deja hacer lo que desearía, posiblemente no asistir a clase.

A esta forma de ver la educación entre profesor y alumno, hay que añadir la postura de muchos padres. El chico sabe muy bien lo que quiere y no hay que llevarle la contraria y ante una forma de ver una situación, el padre siempre le da la razón a su hijo. ¡Qué mas quiere oír el chaval! El padre no se da cuenta, que con estas actuaciones, padre y profesor quedan a merced del alumno y por mucho que nos duela así es.

¿Esforzarse el chico? ¿Para qué? ¿Sirve para algo la educación y formación? ¡Mira al fulano..., sin estudios, ni formación, mira como vive! Triste, pero es la pura realidad. Un profesor me contaba, que los padres le habían pedido que le aprobase la evaluación. Tenían que irse todos a esquiar a los Alpes y si suspendía, ¡menuda putada! Vivir para ver.

En otros tiempos al profesor no se le podía exigir que enseñase más porque posiblemente no sabía, pero que hoy, padres e hijos no vean en el profesor a la persona que puede contribuir a formar y educar al alumno, es lamentable.

La culpa no sé de quien es, pero desde que empezó el compadreo todo se fue deteriorando.

Próximo tema: Mirándonos el ombligo

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