viernes, 19 de octubre de 2012

Yo estuve de patrona


 

 

(Escrito el 28 febrero 2012)

 Los que ya peinamos canas
y vemos crecer la crisis,
te recuerda otros tiempos
que también fueron difícil.

Allá en los años 50
y mucho peor los de antes,
supimos como vivía
aquel que era estudiante;
que no era uno cualquiera
pues era privilegiado,
si del pueblo con esfuerzos
al chico habían sacado.

No existían los Colegios
que ahora conocemos,
tampoco las Residencias
que cada vez ya son menos.

Nadie podía pensar
en coger piso alquilado,
los pisos escaseaban
y ninguno había estado.

Existían las patronas
de lo mas pinto y variado,
que había que compartir
con otro junto a tu lado.
Podía ser estudiante
o simple trabajador
compartías con él “cuarto”
y con todos comedor.

La patrona era la jefa
la que ordenaba y compraba,
la que imponía el horario
y todo el mundo aceptaba.
No es que fuese dictadura
lo que decía y mandaba,
eran pues obligaciones
que cada uno tomaba.

A todos venía bien
esta forma de vivir,
ú tenías una casa
ella, con los estudiantes
podía sobrevivir.

Muchas de ellas eran viudas
con muy escasa pensión,
con uno o varios hijos
que comían un montón.

Nadie explotaba a nadie,
a cosa estaba igualada,
si no te gustaba una
otra patrona buscabas,
hasta que encontrabas una
y ¡ por fín ! ahí te quedabas.

En ella estabas el curso
ya tranquilo, ¡ tú no veas!
y con un poco de suerte
si los dos están contentos
allí acabas la carrera.

Las había que eran buenas,
y por tanto muy buscadas,
mas como no había sitio,
¿cuándo se le irá alguno?
pregunta que formulabas.

Todo ha cambiado mucho
cuando aquello de patronas
fue una realidad,
ahora pido al Señor
que esas cosas ya no vuelvan
por pura necesidad.

Es bonito estar en piso,
en Residencia aun más,
lo de Colegio Mayor
eso es para soñar,
pero si la cosa apura
también quiero recordar
que quizá ese sistema
vuelva a ponerse a implantar.

Aquellas mujeres viudas
que tenían estudiantes
eran dignas de admirar,
necesitaban ingresos
para sacar adelante,
aquellos hijos pequeños
con la mayor dignidad,
no existiendo por lo tanto
ánimos de explotación
ni tampoco caridad.

En alguna que yo estuve
tuve suerte de verdad,
tras más de 50 años
nos felicitamos las Pascuas
al llegar la Navidad.

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