sábado, 6 de junio de 2020

Habla “el de la boina”


(Escrito el 24 de enero 2020)
Desde siempre, Celedonio, le tuvo un gran respeto y admiración al “hombre de la boina” por lo que la reflexión de hoy se la deja para él.

Al menos en Aragón, podríamos decir que en la mayor parte de los pueblos, el juego de la pelota o del frontón, ha sido general. Unas veces, el frontón se había hecho ex profeso para ese juego y otras se jugaba en la parte trasera de la iglesia, en la plaza o cualquier otro lugar que fuese apropiado para ello. Tan sólo hacía falta que la pared fuese lisa y que el suelo permitiese botar bien la pelota. No era necesario que estuviese de cemento o asfaltado.

Una cosa que quedaba clara antes de empezar a jugar, era por dónde iba la falta, es decir la línea por debajo de la cual, era mala y el tanto era para el otro. A veces esta línea de falta estaba marcada con una banda de chapa, de tal forma que al dar la pelota allí, se oía claramente que había sido falta.

Los domingos después de salir de misa y antes de comer era habitual practicar este juego y por las tardes también. Se jugaba dos a dos y los que perdían salían y entraban otros. En todas las localidades había pareja de capeones o que jugaban muy bien.

Los chicos tenían también sus sitios para jugar y si no estaba ocupado por los mayores, el frontón de estos lo aprovechaban.

Durante años y años, el juego de la pelota, se mantuvo y se mantiene invariable. La línea de falta es siempre la misma, así como la distancia a la que hay que sacar para que sea bueno el saque.

El “de la boina”, nos dice que con este ejemplo, quiere dar a entender, que para ir por la vida hay una serie de normas que hay que respetar y cumplir. El ser el hombre libre no quiere decir que puede hacer lo que le dé la gana, sin respetar el derecho de los demás, o las normas establecidas.

Desde que se nace se está sometido a unas reglas. Te dan de mamar cada cierto tiempo y al que te acostumbras. Te acuestas y levantas a unas horas determinadas que llegan a ser casi fijas. Vas a un horario al colegio y tienes tus horas de clase y horas de recreo, etc. Es decir la vida es una sucesión de actividades, todas ellas sometidas a unas normas.

Como quiera que somos muchos y cada uno piensa que lo suyo es lo mejor, también hay unos reglamentos que nos obligan a cumplir y es lo que nos hace poder circular por la vida, sin encontronazos, ni tropezarte por los caminos con otros por donde no puedes pasar.

Hay normas que regulan como tienen que ser las votaciones, como se castiga al que las infringe y así todas las actividades que hacemos. Al que las incumple se le castiga, con una pena que también está contemplada, por lo que antes de cometer la falta ya sabes lo que te puede caer si la infringes.

Pero ¿a qué viene todo esto?  le pregunta Celedonio al “de la boina”. Joder, pues que se ha llegado a un extremo en que cualquier día viene uno al pueblo, ve dónde jugamos a la pelota, y nos dice que la  línea de falta hay que ponerla más abajo. Hasta ahí podíamos llegar. Si quiere jugar que juegue, pero mientras yo viva aquí, la raya de la falta no se tocará. Hasta los críos cuando juegan en el frontón de los mayores, la consideran válida. ¡Vamos…hombre!

Próximo tema: Desde mi encierro (02)




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