lunes, 12 de julio de 2021

Unos días por la playa.-


(Escrito el 30 septiembre 2020) 

Este mes de septiembre hemos estado con mi mujer unos días por la playa. El hotel estaba a la orilla del mar, por lo que los desplazamientos fueron cortos. Del hall del hotel se accedía a la zona de la piscina y cafetería y de ésta a la playa. Como hubo pocos desplazamientos, hubo más tiempo para pensar. ¿Y en qué pensé? De todo un poco.

A veces, al ver una persona comentamos para definirla que está entradita en carnes, por no llamarla gorda y que la pobre de ella se tiene que encontrar triste y marginada. A lo largo de los días que estuve vi alguna, no entradita, sino bien entrada y la cara y gestos de satisfacción no podía ser de mayor felicidad. Se podría decir que presumía de ello. De complejos nada.

En otras ocasiones hay señoras que intentan ajustarse el bañador o el bikini, porque no quieren mostrar más de lo que la tela puede tapar, y ¡oh sorpresa! junto a ellas, se sientan o tumban las que lucen sus pechos sin ningún temor ni a ser observadas, ni pensar en que las estén mirando. Ellas a lo suyo que para eso se está en la playa y salen a tomar el sol.

Entre medio de estas vistas, aprecias matrimonios jóvenes que con el carrito portan a su bebé de pocos meses y a veces yo diría que hasta de días. Antes si era varón expresabas: “madre mía hasta que venga de la mili, cuánto le queda”. Ahora que no hay mili y tanto sea chico, como chica, con la edad que tienes, piensas: ¡cuántas cosas verá! Hasta que lle gue a ser mayor. Con la vida como está pides paciencia para él y para sus padres. Lo que le queda por aguantar y pasar.

Por otro lado ves a parejas de lo más variopinto que hay. Algunas muy diferentes por su estatura, otras muy diferentes por su peso y constitución. En ocasiones miras su parecido y mientras a una de ellas la ves fina, la otra es mucho más rústico o rústica. ¿Habrán estado juntos toda su vida? ¿Serán ya un segundo matrimonio? Cuando estás pensando en esto, el de al lado al quitarse la camisa luce todo su cuerpo tatuado, con las más diversas figuras en el cuerpo y no puedes contenerte en reflexionar: y éste ¿de dónde ha salido? ¿Cuándo se lo hizo? ¿Le gustará a su pareja que lleve toda esa pintura en su cuerpo?

Todo esto y mucho más son escenas que ves cuando estás bajo la sombrilla, metido en el agua o paseando por la arena, pero ¿qué ves en el comedor que era buffet libre? Yo que en el comer me considero muy tradicionalista, pronto encuentro lo mío y me pongo a darle al carrillo. ¿Qué aprecio en otros? Lo más generalizado es que el que está gordo es porque come. Cuando paseas por el comedor en busca de tu siguiente plato o porque ya has terminado, observas que las o los entraditos en carne, tienen el plato a rebosar y sobre todo de postres y dulces que siempre han dicho que es lo que más engorda.

¿Y qué decir de lo que ves cuando estás tomando algo en la cafetería? Ha merecido la pena pasar unos días en la playa. Además de disfrutar del buen tiempo, de la temperatura y del agua, si quieres puedes echar fuera de tí algún complejo si tienes. En esos días has podido ver de todo. Por ello sigue en pie los refranes  de  “vivir para ver” y “más vale una vuelta por allí que dos por el campo” 

Próximo tema: Explorando una ruta

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